Se acabó la gota malaya

  • Se acabó la gota malaya

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    Y se acabó la comedia. Y con ella, seguramente, el peso decisivo de la CUP en esta legislatura. La comedia, mediáticamente explotada a la perfección como siempre por la CUP, ha sido la ficción política en la que nos han hecho vivir los anticapitalistas desde el verano, viniendo a decir que tenían opciones de emitir un ‘no’ a los presupuestos del Govern. El presidente Carles Puigdemont había abortado esta opción al plantear una cuestión de confianza parlamentaria que iba ligada a la aprobación de los números del Ejecutivo. De forma que si la CUP votaba sí a la cuestión de confianza, votaba sí a los presupuestos. Así el máximo líder institucional del Partit Demòcrata se plantaba y decía basta ante la CUP de Anna Gabriel y Benet Salellas, que por cierto ha sido parlamentariamente decisiva gracias a los votos que recibió la CUP de David Fernández y Antonio Baños como líderes electorales. ¿Que son la misma CUP? Seguro. Pero explíquenselo a los votantes que desconocían que la CUP actuaría como lo hace en la presente legislatura y que empatizaron con dos cabezas de lista que quizás pocos sabían que no militaban en la formación anticapitalista.

    AIRE DE ‘CUP AUTÉNTICA’

    La intervención de Eulàlia Reguant y de Quim Arrufat este sábado, explicando su sí a los presupuestos, tenía ese aire de la CUP auténtica. Aquel reñir. Aquella cara larga. Aquel no dejar que el independentismo viva un mínimo momento de tranquilidad o que pueda disfrutar, aunque sea un minuto, de una piedra más superada como obstáculo en el camino, una piedra por cierto puesta a lugar por una parte del propio campo independentista. “Sí, pero”. Siempre un ceder en el último minuto, con el respetable agotado y haciendo hincapié en las diferencias, en las divergencias, en los problemas, en el antagonismo. ¿Dónde quedó aquella ‘revolución de las sonrisas’? Una parte, sin duda, en aquellas semanas donde, contra todo pronóstico, la CUP se fijó como objetivo y logró enviar a Artur Mas a “la papelera de la historia”. Con este espíritu ya dejaron claro hacia dónde iban y hacia donde tiraba la legislatura. Ahora, dos votos a favor de los presupuestos, y ocho abstenciones. Que quede claro que hacen el favor de la vida y que de entusiasmo cero. Como el que generan. Pero el caso es que ahora lo que queda de legislatura puede ir tirando perfectamente sin ellos.

    No son los presupuestos que necesita el país, dice la CUP que los aprueba. Y la cosa es que en esto PDECat y ERC podrían estar perfectamente de acuerdo, especialmente si recordamos que unos y otros prometieron en campaña dedicar esta legislatura a construir un nuevo Estado, no a hacer los presupuestos de su vida con los recursos actuales y en un contexto autonómico de infrafinanciación. Pero la CUP es así. Ayer de hecho no pudo reconocer el mérito al gobierno de Junts pel Sí ni en las “cesiones” en enseñanza y renta de ciudadanía garantizada de esta semana. Le fue más fácil a Reguant decir que esto ha sido gracias a “la décima de déficit” de Cristóbal Montoro. Una muestra más del agotamiento que genera (y que sufre) la gota malaya de la legislatura.

    (Para leer el artículo en EL PERIÓDICO, clicad aquí)