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- 17 ene
Junquerismo (no solo) es amor
Hace unos días oía que el líder de Esquerra dijo que “el junquerismo es amor” y pensaba que eso era mentira. Porque es más (y mejor). De hecho, que para mucha gente esto cuele y haga gracia, es un éxito que justifica mi razonamiento. El junquerismo, sobre todo, es trabajo (político) bien hecho, y por tanto con el “llirimanisme” desterrado. Los partidos políticos no son oenegés. De la Cup muchos pensaron que era el caso, y así nos ha ido a todos, especialmente al votante independentista. El hecho de señalar que Junqueras y los suyos lo están haciendo bien no es, así, ningún reconocimiento de bondad, sino la constatación de que ellos, por su parte, están tratando de hacer bien su trabajo, y que lo hacen bastante bien.
El junquerismo es, por ejemplo, haber pacificado internamente un partido que tradicionalmente había sido una olla de grillos. ¿Qué esto es circunstancial y qué la perspectiva de triunfo hace mucho? Sí, de acuerdo, circunstancial como todo en la vida. Y en cuanto a la perspectiva del éxito, lo que las encuestas te dan en un mundo que actúa como si fueran ya hechos constatados a pesar de sus reiteradas pifias, hay que decir que no estaba desde el principio del proyecto Junqueras. Unas cuantas cosas habrán sabido hacer bien, él y los suyos. ¿Qué sus adversarios por un espacio político han ayudado? De acuerdo, es cierto. El actual Partido Demócrata ha sacrificado gran parte de su patrimonio electoral para un proyecto, el de la independencia, que ha hecho huir a unos y dudar a otros, y se está reposicionando en un campo, en un frame, donde ERC es fuerte. Pero el PDeCAT tiene sus propios retos, su propio campo para correr y, si unos y otros lo hacen bien, la resultante de la previsible subida electoral de ERC no debería ser necesariamente un descalabro electoral de la antigua Convergencia. ¿Qué muchos, visceralmente, así lo querrían? Este es otro tema. Y más de lo mismo debería poder pasar con los Comunes, que han irrumpido en un espacio que podría fagocitar y ensanchar a la vez el antiguo espacio del PSC, y que no para competir con ERC por un trozo del pastel electoral debe desaparecer del mapa ni ser estigmatizado por tibio. Es diferente, no es ERC, y al mismo tiempo tampoco es incompatible para colaborar, con ellos, el PDeCAT y la Cup, en la reivindicación troncal de esta legislatura, que es el referéndum por la independencia.
El junquerismo a escala de partido es eso y en el ámbito institucional es haber borrado esa imagen nefasta del paso de ERC por los tripartitos. Eran sinónimo de show, de ruido, de desorden, de ineficacia, de tiro en el pie. Seguro que injustamente y reclamando de matiz, pero esto fue así. Y ahora, en fondo y forma aportan solvencia y discreción. Los señores consejeros de ERC, vicepresidente y responsable de Economía incluido, ya visten como ministros. Y sus departamentos, como los de los señores consejeros y presidente del PDeCAT, van haciendo como pueden, pero sin estridencias. Dicen ahora que señalar que Junqueras ha optado por una estrategia mediática de poca visibilidad es criticarle, y no es cierto. Recordemos: no son una ONG, y además, políticos fuertes y con un plus son necesarios para el proceso independentista. Otra cosa sería que Junqueras asumiera ese rol toda la legislatura, o que ello no implicara trabajo en el back office y en los momentos claves, y para ello va bien hacer los recordatorios que sean necesarios, y así todo el mundo se asegura que esto no pase. Pero esta estrategia hay que decir que no sólo lo podría comparar con Rajoy, sino con otros liderazgos fuerza más lucidos como el de Angela Merkel. Menos visibilidad significa menos desgaste pero si implica más trabajo y resultados, aceite en una lámpara. Y podría ser el caso. Y eso sí que es estimable.
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