Suerte de Iceta

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    En el PSC están de suerte, tienen un líder, Miquel Iceta, que tiene suficiente inteligencia y conocimiento del mundo de los medios para hacer salir el mapa un partido que vive, para muchos, a su particular Finisterre, cada día más lejos . Este fin de semana, sin ir más allá, suerte que Iceta pensó aversión su grito de “¡Por Dios, Pedro, líbranos de Rajoy!” en inglés y pidiendo a Hillary Clinton que nos libere de Donald Trump.

    Hubo que en las redes ya dieron por vencedor al candidato republicano, por aquello de la regla de tres y por cómo ha acabado Pedro Sánchez en contraposición a Rajoy. Pero sobre todo Iceta logró hacer aparecer su partido en unos medios donde se ha pasado bastante de puntillas sobre un congreso socialista que verdaderamente tampoco ofrecía nada especial para detenerse.

    Ahora venden su “no” a Rajoy como la gran cosa, cuando lo hacen con un puñado de diputados que ya no ayuda a decantar nada significativo ni en el Congreso ni en el PSOE. Cuando todo el mundo con dos dedos de frente, en Cataluña, sabía que no podían hacer otra cosa por poco que el espíritu de supervivencia (que no de victoria) del PSC mantuviera las mínimas constantes vitales. Cuando renuncian al referéndum y aquí ya nadie se queja y allí hace tiempo que nadie se lo agradece. Cuando la que había de ser la esperanza blanca hasta hace dos días, Núria Parlón, tiene un papel público más que exiguo, proyectando de nuevo la imagen que en el horizonte, el PSC, después de Iceta y sus existe una gran vacío, no sólo generacional pero muy especialmente en esta clave.

    Y por todo esto, y más, digo que suerte tienen, de su primer secretario. Llegó allí de rebote, con el objetivo de ordenar la casa y de pasar el relevo a una nueva generación, y si se despista, aunque deberá asumir el cargo de forma vitalicia. Quizás cuando no pueda chillar ni bailar más lo deberá dejar. Porque de ideas seguro que no le faltarán, varias de ellas bien ingeniosas y divertidas, pero ya no podrá reclamar la atención con fuegos de artificio verbales y gestuales, muy entretenidos todos ellos, pero básicamente pensados ​​para tratar de tapar un gran desierto factual. Y esto de la mano de los autores intelectuales de aquel montillesco “hechos, no palabras”. Como nos hemos de ver, Miguel. Pero que de humor no falte, ya tienes razón.

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