Somos una nación post mortem

  • Somos una nación post mortem

     ENTRVISTA DE JORDI EVOLE A PEDRO SANCHEZ

    Es cierto que Pedro Sánchez nos ha sorprendido en más de una ocasión por su capacidad de resucitar cuando la mayoría lo daba por muerto. Con todo, esto no le hace buen líder. El hace, en todo caso hasta ahora, de superviviente. El hace, sobre todo, creo yo, un personaje con un instinto especial para tratar de no palmarla a pesar de sus manifiestas carencias como líder político. De ahí que todo esto que le ha sucedido le haga un plausible líder recuperado del PSOE, hay una larga distancia. Sus palabras en con Jordi Évole, diciendo ahora sí que Cataluña es una nación, a mí me dan una nueva muestra clara, y aun definitiva.

    No se puede ser tan poco sustancial y tan blando como para negar a todo un pueblo (al que además reclamas el voto) una condición de nación que luego le reconoces, eso sí, cuando ya eres un paria que trata de hurgar por todos los frentes posibles aquellos que te han marginado. ¿Que “La Señora del Sur” es tan jacobina y españolista rancia como los del PP y la mayoría de los mandones del PSOE? Esto ya lo teníamos. No hace falta que nos lo venga a certificar, post mortem política, un Sánchez que cuando le convenía se plegó. Dice que por eso no pactó con el PDECAT y ERC un gobierno alternativo al de Mariano Rajoy.

    Y este era el renovador. Si Catalunya tuviera que esperar a obtener el reconocimiento y la soberanía política que le corresponden, con este patio político en can España, llegarían los nietos de Leonor de Borbón y todavía algunos deberían estar mendigando el arbitraje (rollo Brito Arceo). Una muestra más de como Catalunya no puede renunciar a la reivindicación democrática y nítida de su derecho a la autodeterminación, para ir haciendo vía. Quedará patente, ahora ya sí, cuando Pedro Sánchez fine políticamente de manera definitiva, entre otras cosas por haber dicho (ahora) que Catalunya es una nación. Esto despertará, sin duda, el entusiasmo de las bases del PSOE para reavivarlo. Y esta última frase, claro, lean en clave de pura ironía.

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