Un partido en movimiento

  • Un partido en movimiento

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    Del ‘eje’ que aglutinaba a muchos, al partido que debe intentar movilizar y reanimar a los más fieles. Jordi Pujol impulsó en 1974 un movimiento político que buscaba atraer a gente muy diversa para hacerla converger (“confluir”, en lenguaje actual de los Pablo Iglesias y Ada Colau que tratan de hacer algo parecido por la izquierda). Gente de orígenes diferentes que convergerían en un punto de encuentro. Y de ahí que el primer símbolo convergente fuera las cuatro barras de la bandera formando un tronco que se abría en lo alto. Esto aquel 1974, y poco después, de ese tronco y ramas brotarían unas hojas verdes que darían pie al símbolo de Convergència que más recuerda la mayor parte de gente: el árbol.

    El árbol con tronco conformado por cuatro barras rojas que desembocaban en unas hojas verde oscuro ya acompañaba en 1977 el cartel del Pacte Democràtic per Catalunya (por cierto, con las siglas PDC que ahora aspira a asumir el Partit Demòcrata Català), donde los de Pujol compartían lista con la Esquerra Democràtica de Ramon Trias Fargas y el PSC-Reagrupament de Josep Verde Aldea.

    En 1980, primeras elecciones al Parlament recuperado, y CDC ya se presenta en coalición con Unió. El árbol convivirá con el logo clásico de los democristianos (una bandera ondeando), y las letras de la marca seguirán todas el formato del árbol cuatribarrado, que se integrará en la “i” de la palabra Convergència.

    Los noventa, en tiempos de Pere Esteve de secretario general, se apostó por el color naranja. CiU se veía abocada a un pacto con el PP, y el naranja en lenguaje cromático político europeo ha sido clásicamente sinónimo de centro. Pusieron ‘CiU’ en azul marino (color sinónimo de orden, de institución) y lo rodearon todo de naranja. Pero aquello no terminó de cuajar, por lo que al final la cosa quedó en una línea naranja que subrayaba el nombre de la marca. Y ya sería así hasta el relevo de Pujol por Artur Mas.

    MARCA COMPACTADA

    En 2003, por el método clásico en CDC que era aprovechar un ciclo electoral para cargar el gasto en rediseño al trabajo gráfico de campaña, la marca se compactó en sus siglas CiU subrayadas por una franja con las cuatro barras. Después de la crisis con Josep Antoni Duran Lleida por la sucesión de Pujol, había que mostrar cohesión, y las letras bien juntas podían sumar en esta línea. Eso no quita que Convergència hiciera como siempre y aprovechara el rediseño de la marca CiU para luego simplemente adaptarse vía ‘reestyling’ con las siglas CDC.

    Tras los dos intentos fallidos de 2003 y 2006 para acceder al Govern, en 2010 CiU quiso proyectarse en positivo, en clave ganadora, no de ataque agrio al tripartito, e incorporó una sonrisa que convertía el logo en un icono. Franja-sonrisa naranja que en las elecciones del 2012 se convertiría en una flecha que apuntaba hacia arriba. No era contexto para muchas sonrisas, sí para elevar la reivindicación nacional. En Unió no gustó, pero pasó.

    Las últimas elecciones al Parlament, en 2015, ya la marca no existiría en cartel. La fórmula sería Junts pel Sí, que tenía una tipografía que recordaba bastante a la del ‘convergents’ que CDC había adoptado en un Consejo Nacional Extraordinario donde ese mismo año había nombrado coordinador general a Josep Rull, y que aparecería en pequeño en las elecciones al Congreso (también de 2015), junto con el logo de Demòcrates (los independentistas escindidos de Unió) y Reagrupament, todos bajo el paraguas de Democràcia i Llibertat. El azul de este último logo era el clásico de Convergència, que veremos si sigue ahora en su nueva etapa en solitario o si ésta representa un retorno a los orígenes y tira de senyera.

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