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- 15 jun
Una RUIna de debate
Que dice Francesc Homs que cada vez entiende menos la Asamblea Nacional Catalana. Suerte que la ANC de Jordi Sánchez decían que la controlaba Convergència, ¿no? Pero el caso es que el problema no es entender o no la ANC, sino conseguirlo con el independentismo en conjunto. Dice Homs esto de la ANC (con viaje incorporado a la CUP) y le falta tiempo a Gabriel Rufián para hacer como de pacificador, para venir a decir que hay que Convergència y CUP pongan cordura (por igual), y que aquí ahora la cosa no es ganar unos independentistas a otros, sino que gane el independentismo. Cuando se hacen listas electorales, miren que cuesta convencer a ERC de eso, pero cuando hacen discurso les sale la frase bordada. Quien los entienda ( a todos), que los compre.
España iba haciendo uno de sus ridículos políticos más estrepitosos en décadas, con unas elecciones repetidas cinco meses después de las anteriores por incapacidad manifiesta de sus señorías, y aquí los partidos catalanes, en vez de mojar pan, han decidido competir en inoperancia. Eso sí, con una diferencia sustancial en cuanto a las respectivas sociedades y electorado: en Madrid tienen un Estado propio, mientras que aquí no y al paso que vamos pinta mucho más lejos de lo que ya imaginaba una mayoría en sí prudente de tipo.
Porque ahora dicen que vamos de Referéndum Unilateral de Independencia, de RUI. Y ya de tantas letras que vamos añadiendo al proceso que no se si estamos participando en un mega crucigrama de aquellos de Màrius Serra, o si realmente los partidos independentistas tienen previsto algún día ponerse al trabajo en equipo, que es condición sine qua non para tener alguna opción, por remota que sea, frente al poder institucional y político español. Porque, mientras esto no ocurra, estamos básicamente ante una ruina de debate, a distancia del mínimo cordura exigible a representantes políticos teóricamente implicados en una causa tan complicada. Porque, mientras esto no ocurra, será absurdo creer en un RUI ni en nada que se le dé un aire, pidiendo sacrificios a los ciudadanos, funcionarios o directores de instituto, por ejemplo, con sus señorías de fondo tirándose los trastos a la cabeza.
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