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- 01 jun
‘Colauismo’, luces y sombras
Efectivamente, como ha dicho la alcaldesa Ada Colau esta semana en las jornadas del Cercle d’Economia en Sitges, un año después de tomar posesión, en Barcelona no se ha instalado el caos. Ciertamente, ella es uno de aquellos antídotos que Pablo Iglesias puede usar como escudo contra los ataques de Mariano Rajoy,Albert Rivera y Pedro Sánchez, que han apuntado a los “peligros” de un posible gobierno de los de Podemos al estilo de los de Venezuela y otros rincones donde la democracia, la ley y la orden chirrían. ¿Pero esto es suficiente para salvar el balance de un año de gestión?
Colau sigue clavando titulares e imágenes como pocos. El ‘colauismo’, por este flanco, se consolida políticamente. Retiró el busto de Juan Carlos I de la sala de plenos del ayuntamiento, marcando distancias, ya de entrada, con el ‘establishment’ de siempre. Se ha erigido en una de las más firmes representantes institucionales en defensa de la acogida de refugiados sirios, haciendo hincapié en su perfil más social. Ha visitado capitales de referencia, como París o Nueva York, con fotografías e intervenciones que la catapultan en proyección política (más allá de Barcelona ciudad). Se posicionó clarísimamente en contra de la querella contra el ‘president’ Artur Mas por el 9-N y sigue defendiendo el referéndum para Catalunya, recogiendo el testigo que el PSC ha abandonado en cuanto al catalanismo de base amplia y no independentista que quiere dominar el flanco progresista y metropolitano. Y, en esta línea, y en la de la defensa más elemental de derechos como la libertad de expresión en democracia, se sumó al posicionamiento del ‘president’ Carles Puigdemont de no ir a la final de la Copa del Rey si no podían entrar las banderas ‘estelades’.
Se han hecho unos cuantos libros sobre ella, y ahora incluso una película que ya está en los cines. Tiene de los nervios a mucha gente que manda mucho en Esquerra, porque les cierra el paso a un segmento del electorado al que aspiraban a llegar después de la bajada de un PSC que no puede con ella, pero que se le ha acabado sumando en Barcelona por puro espíritu de supervivencia. Pero ante la primera crisis grave de orden público (y más allá) en la capital catalana, en medio de tanta luz y alegría de mandato, el ‘colauismo’ ha proyectado ciertas sombras. Mínimo, en cuanto a gestión. “No tengo un conocimiento directo de los hechos”, dijo cuando describía momentos de conflicto, después de tres noches de disturbios en la ciudad donde ella gobierna. ¿Incapacidad? ¿Desidia? ¿Inexperiencia? Y apoyó a los Mossos a la vez que les pedía “proporcionalidad”, como viniendo a decir que igual no se había dado. No es la CUP, evidentemente, pero tampoco puede esconder (y seguramente, pícara, no lo quiere) la activista que fue y que la catapultó a la alcaldía.
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