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- 30 mar
Santa Paciencia
Le preguntaba este miércoles a un diputado de Podemos si ellos, que con Pablo Iglesias al frente tanto habían reclamado una nueva “transición”, homenajearían a la de los años 70 del siglo pasado y darían una sorpresa, como cuando el 9 de abril de 1977, Sábado Santo, fue legalizado el Partido Comunista de España (PCE). Aquello marcó un antes y un después y fue clave para encarrilar las elecciones constituyentes de junio de ese año. Respuesta del diputado podemita: “Pero si aquí ya hace días que en Madrid no queda nadie…”. Igualito sentido de la importancia del momento, vaya. Y en Catalunya, más o menos, aunque el desorden de Madrid desvíe la mirada. ¿Pero esto segundo pasará hasta cuándo?
Uno de los más estrechos asesores del ‘expresident’ Artur Mas me confesaba preocupado, también hace pocos días, que “el ojo de Mordor solo focaliza en una dirección, pero no para siempre”. Apuntaba así, gráficamente y recurriendo a una imagen que la versión cinematográfica de ‘El Señor de los Anillos’ popularizó en su día, a cómo de momento en Catalunya se va tirando más lentamente de lo que sería necesario, y también por problemas propios (no solo por los previsibles palos en las ruedas de Madrid), y que eso ahora no preocupa en exceso a la opinión pública porque el follón de Madrid concentra la mayor parte de las miradas, sobre todo la mediática. Pero hay preocupación, de momento bastante disimulada, de puertas afuera.
Preguntas a gente de Esquerra y te dicen que deben tener “santa paciencia” con sus compañeros convergentes. Pides opinión a los interpelados y te dicen que paciencia la suya, que en el Govern tienen que aguantar que ‘consellers’ de Esquerra digan que la hacienda propia y la seguridad social (que ahora dependen de departamentos suyos) requerirán unos 30 meses para estar preparadas para la desconexión. Según esta versión, cuando los de Carles Puigdemont les piden que eso lo expliquen en público, los de ERC se niegan a ello y se aferran (de hecho, como los convergentes) al discurso de los 18 meses, que ya son 16 y descontando. Entonces es cuando unos y otros se quejan de la CUP y de su falta de responsabilidad y sectarismo. Santa paciencia, la del respetable cuando tenga que soportar los platos por la cabeza que se tirarán unos y otros ante el último tramo de la cuenta atrás.
Y es que en España, con una clase política claramente carente de sentido de Estado al más alto nivel, aún pueden ir tirando porque, de hecho, Estado ya tienen. Pero, ¿y Catalunya? La evidencia de la dimensión del reto, tal vez cuando esté al alcance de la mano, hará reaccionar a aquellos que aún no lo han hecho. Quizá, digo.
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