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- 22 feb
El nombre de la cosa
Acuerdo, cesiones, referéndum. Tan cerca, tan lejos. Tan europeo, tan poco español. ¿Verdad que lo ven? España no es como Europa. Hay alguien que se plantea la opción de marcharse y, aunque sea a riesgo de asumir cesiones que pueden tensionar al resto de socios, se negocia, se habla, con la mejor de las caras y los gestos más educados, y se cede. Todos. ¿Ha hecho Europa ante David Cameron cesiones que tendrán consecuencias para todos los europeos y que los demás pueden no compartir? Sí, pero ocurre que la Unión Europea realmente no quiere que el Reino Unido se largue y sabe que la solución no es atacar, placar y humillar a este país y a su Gobierno, sino todo lo contrario. Tan cerca, tan lejos.
Esta semana ha fallecido Umberto Eco, entre otras obras autor de la mítica ‘El nombre de la rosa’. En la novela, ambientada en un convento medieval, el problema de fondo era que los guardianes de las esencias, que condicionaban la vida de los demás, no asumían que en las escrituras de hiciera referencia a la sonrisa. ¿La razón? Esto ponía en duda a Dios, ni más ni menos. Y así está el patio político español dominante. Consultar es ofender y cuestionarlo todo. El nombre de la cosa es el gran problema. Pongan ‘consulta’ o ‘soberanía’ allí donde Eco decía ‘sonrisa’, y ya tienen el drama servido. Allí donde Europa ve democracia y reglas del juego, en España se quiere ver ruptura, radicalidad y subversión. Y de ahí los Mariano Rajoy y Pedro Sánchez no se mueven. Es como muy ‘vintage’, retro, o incluso más.
De fuera lo deben mirar y pensarán estos días en el viejo monje Jorge de Burgos (español), de la novela de Eco, patético y crepuscular, en su intento airado por tratar de evitar lo inevitable, que era que los nuevos tiempos le pasaran por encima. Él se obsesionaba con ocultar una palabra, un concepto, en hacerlo invisible, intocable, y eso pasaba por no mencionar el nombre de la cosa, hacer como si no existiera. Pero estaba ahí. Como la voluntad de una mayoría amplísima del pueblo de Catalunya, que quiere decidir libremente y ejercer su soberanía, no contra nadie, sino a favor de lo más normal del mundo en democracia: votar y que eso cuente.
Esta semana, el ‘president’ Carles Puigdemont ha parafraseado a Gerard Piqué para decirle al Tribunal Constitucional que “gracias, contigo empezó todo”. Para mucha gente fue así, y abrazaron el independentismo después de que el TC destrozara (más aún, después de las Cortes) lo que el pueblo de Catalunya había votado en un referéndum legal y acordado. Tribunales frente a votos. ¿El nombre de la cosa, de fondo? ¿Lo que no falla tanto en Europa? Democracia.
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