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- 06 sep
La dictadura como reclamo
La cuestión es asquear al personal. A un éxito contrapón una polémica, una imagen desagradable o un recuerdo feo, y tira. Partidos y gobiernos varios lo hacen con lo que se mueve en Catalunya desde hace años. José Montilla, hablando del derecho a decidir, llegó a decir que ciertos regímenes autoritarios también tiraban de referendos. Y así, a cada éxito del catalanismo, una apelación a dictaduras o a regímenes criminales varios. Ahora, ya de lleno en la campaña más importante para Catalunya, han vuelto a ello con fuerza. Es aquello de los equipos de fútbol que ni juegan ni dejan jugar, y que siempre desesperan a la grada, sobre todo a quienes les gusta el buen juego y el espíritu deportivo.
Llenar un Camp Nou de gente, de fiesta y de reivindicación política pacífica es un hito al alcance de muy pocos. La ANC y Òmnium lo lograron y el españolismo no supo contestar más que recordando aHitler y Nuremberg. Ante un megaéxito de convocatoria, ensucia que algo queda. Igual ha pasado con las grandes convocatorias de las últimas Diadas. ¿Que el españolismo el 12-O no llega más que a llenar el centro de la plaza de Catalunya y gracias? ¿Que allá va básicamente la sociedad civil españolista subvencionada, todo el PPC, todo Ciutadans y tanto PSC como puede, y ni así llenan? Pues, venga, a decir que La Via Catalana, la V y todo lo que monte el independentismo recuerda, por gigante y por bien organizado, a los desfiles de Corea del Norte. ¿Verdad que ven qué poco constructivo y qué tramposo y descorazonador es este proceder, para su propia causa? Porque es evidente que así, con la dictadura como reclamo, no se aspira a sumar a nadie, sino como mucho a restar al otro.
Felipe González, con su artículo aplaudido por Aznar del otro día en ‘El País’, volvió a ello, comparando lo que pasa en Catalunya con la Italia y la Alemania de los años 30. Y García Albiol y Cospedaltambién han aludido al presunto espíritu dictatorial de Artur Mas y de un catalanismo que, en contraste, no ha hecho más que reclamar el derecho a decidir del pueblo catalán. De toda la sociedad, piense como piense. Pero los hay que ni esto no pueden asumir. Y son los que quieren dar lecciones de democracia. En teoría. Pero en la práctica no. Porque manchados por esta sospecha, impotentes como un PSC que hace no muchos años defendía el derecho a decidir y después de que el PSOE se lo prohibiera ahora se ríe del concepto, lo único que les queda es extender la mancha, el lodazal, e intentar hundir en él todo el debate. El 27-S sabremos si esta táctica aún tiene su público y si la mayoría está con esto o con el ‘jogo bonito’.
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