Entre el lamento y la ilusión

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    Spike Jonze escribió y dirigió, con éxito de crítica y público, la película Her, con Joaquin Phoenix y Scarlett Johansson de protagonistas. Una frase de la cinta lleva a pensar en la política catalana, especialmente este fin de semana sobre el que los implicados en el proceso soberanista hicieron correr el viernes que tenía que ser «tranquilo». La sentencia peliculera dice: «El pasado es solo una historia que nos explicamos a nosotros mismos». Dejarse de historias y de mochilas del pasado es lo que tendrán que hacer CDC, ERC y la CUP si, como dicen algunos de ellos, a principios de esta semana próxima tienen que desenlazar la historia interminable de su pacto «imposible» para tejer una lista independentista de consenso.

    Que el mapa político catalán no lo conocerá a partir del 27-S ni la madre que lo parió (y aquí adapto frase ilustre de Alfonso Guerra) es una certeza como pocas tenemos en estos tiempos convulsos. Resistirse es inútil. Hacer como si esto no tuviera que pasar es hasta temerario. Muy especialmente para las fuerzas que se verán afectadas por este cambio de paradigma. Así las cosas, ¿por qué no aprovechar la oleada para coger impulso, en vez de taparse los ojos para no ver lo que les viene encima, y que en más de un caso los revolcará? No es momento para lamentos, sino para asumir la trascendencia de un momento que tendrá repercusiones de fondo. Es momento de eso y de actuar en consecuencia. En Madrid lo hacen. Saben lo que hay en juego y allá también se vive el momento de calma tensa que aquí protagonizan especialmente Artur MasOriol JunquerasDavid Fernàndez y las respectivas tropas junto a las entidades sociales. Pero los de Mariano Rajoy tienen ahora mismo demasiadas expectativas depositadas en la derrota que los propios independentistas se puedan infligir a sí mismos, como para charlar o hacer mucho más de la cuenta. Simplemente señalan el desbarajuste soberanista, marcan paquete y de momento ya tienen suficiente. De momento.

    A partir de la semana próxima, si llega un acuerdo por una lista que haga del 27-S un plebiscito claro, entonces los nervios cambiarán abiertamente de bando. Pero ahora mismo están en Catalunya y bastante por todas partes. Esta semana, en el Parlament, un diputado fiel a Josep Antoni Duran Lleida confesaba que de haber sabido todo lo que le pasaría a su partido, habría votado no en la consulta interna. En contraste, hoy los soberanistas de Antoni Castellà impulsan un nuevo proyecto político. El lamento o la ilusión, dejándose de historias del pasado que solo interesan a los de cada casa. Esa es la elección clave ahora.

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