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- 05 abr
Cospedal, doña erre que erre
Podría haber sido una buena líder pero su momento pasó». Lo dice, evidentemente, un compañero crítico del PP con María Dolores de Cospedal, a la que muchos dan por amortizada después del escándalo por el caso Bárcenas y la Gürtel. «Ella no estaba ahí cuando todo empezó y vivió su apogeo, pero Rajoy la ha dejado a los pies de los caballos y ella no lo ha sabido gestionar». La ha salpicado demasiado, vaya. Aunque ella no lo asuma así. «Aspira a todo y cree estar en buena posición para la carrera sucesoria de Rajoy», advierten en el PP de Catalunya, donde tiene algunos afines. De todas maneras, para muchos, es «una lideresa en diferido», como la famosa indemnización a Luis Bárcenas que intentó explicar en una memorable rueda de prensa que su poca convicción y explicaciones atropelladas convirtieron en fenómeno viral en las redes sociales de internet.
«En diferido», expresión que se aplica popularmente a la transmisión de radio o televisión que se emite un tiempo después de que haya sucedido. Como su supuesto liderazgo. Tuvo su momento, pero seguramente lo que vemos ahora de ella ya no es. Aunque eso sí, Cospedal persiste en sí misma. «Es doña erre que erre», ironiza sobre su «cabezonería» un asesor popular que rememora así la mítica película de Paco Martínez Soria (Don erre que erre, 1970). Ese es uno de los secretos de su éxito y, sobre todo, de su capacidad de resistencia. Contumacia y terquedad no le faltan. De hecho son cualidades clave para quien quiera hacer algo en política, especialmente cuando te faltan otras características como el carisma o la oratoria.
Ella no es una gran mitinera. Ni siquiera acaba de fluir ni mostrar seguridad en unas ruedas de prensa de las que es habitual. Se pone a ello ante el silencio habitual del líder y el mutis que hace Soraya Sáenz de Santamaría (su gran enemiga íntima, dicen), que ha puesto tierra por medio entre Moncloa y Génova 13 para aislar al Gobierno (y a ella misma) de los escándalos de corrupción que plagan la actualidad informativa del PP en los últimos años.
Sin tropa a mano
Total, que han dejado a Cospedal sola ante el peligro. Es consciente de ello, lo lleva lo mejor que puede («con Mariano no se puede enfrentar, ni tan solo enfadar») y cree que si acaba capeando el temporal eso le dará autoridad para reivindicar su papel protagonista en el día después de Rajoy. No lo tiene fácil, pero ella, erre que erre, persiste en su intención.
«No lo tiene fácil porque no tiene tropa», aseguran en el partido. «¿Esteban González Pons o Carlos Floriano son hombres de Cospedal?», se pregunta retóricamente un genovita experimentado. Y la respuesta es que seguramente, como Cospedal siempre, ellos son, bàsicamente, de ellos mismo. Cabe no olvidar que Cospedal empezó a despuntar en serio como una mujer de Esperanza Aguirre, esa sí, lideresa con todas las letras. En el 2004, cuando la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid la nombró consejera de Transportes e Infraestructuras, Cospedal aseguró que «mi mentora política actual es Esperanza Aguirre». Importante, el «actual». Mañana ya veríamos. Y mañana pasó a ser su mentor Rajoy.
Ella dice ahora, ante los ataques del antiguo tesorero del PP, que Bárcenas «miente» y que lo demostrará «las veces que sea necesario». Es su proceder habitual. Erre que erre. Persistente en el error, dicen algunos. Persistente en ella misma y en lo que ambiciona, como mínimo. Con esa contumacia con la que decidió ser madre soltera después de divorciarse y antes de volverse a casar. Con esa fijación por la política que heredó de su padre, afiliado a la UCD, y que la llevó a militar en las juventudes del Partido Reformista Democrático de Miquel Roca, donde su padre, Ricardo, fue cabeza de lista en una candidatura. Con esa persistencia con la que ingresó por oposición en el Cuerpo Superior de Abogados del Estado en 1991. Con la que trabajó en la Embajada de España en Estados Unidos y en los ministerios de Javier Arenas y Ángel Acebes, de los que sería sucesora como secretaria general del PP.
Y todo eso sin una gran capacidad de liderazgo pero con mucha persistencia, eso sí. Es lo que la mantiene en pie, a pesar de todo y a pesar de muchos.
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