-
- 19 mar
El buen negocio de Mas
Desconfíen tanto de aquellos que dicen que esto del proceso ya está hecho y que no hay Dios que lo pare, como de quienes lo dan por muerto. Unos y otros hace mucho que crean expectativas por encima de sus posibilidades y siempre hay alguien que los acaba desmintiendo. A los segundos, por ejemplo, a los enterradores del proceso, cada vez que se animan, va y la cosa remonta. Llega Rajoy o cualquiera de sus ministros o Sánchez-Camacho, y con una nueva ofensa, con un nuevo atropello del autogobierno o con un nuevo incumplimiento o vejación, hacen revivir la llama de quienes ya están hartos de todo eso y se querrían independizar incluso sin haberse sentido nunca independentistas. Si incluso el Gran Wyoming, de Madrid de toda la vida, dice que se querría separar de ellos…
Y bien, qué no decir de los de la fe ciega en el proceso y la independencia sí o sí, ¿verdad? Para ellos siempre tenemos a mano un político soberanista de guardia para frustrarlos al poco de una alegría, que es lo que por definición dura nada en casa del pobre. Y nosotros, ya lo saben, en cuanto a Estado e independencia vamos empobreciéndonos a marchas forzadas por un gobierno del PP involucionista, que recentralitza con el silencio cómplice del PSOE. Esta es una realidad constatable con cifras. Igual como la estadística que relaciona momentos de animación de uno y otro bando con una frustración que acostumbra a esperar siempre en una esquina no muy lejana.
Y el happy end se hace esperar. Veremos quién lo disfruta, si los fieles a la ilusión o los fieles al “ya os lo decíamos, que esto no tenía ni pies ni cabeza”. Seguramente, al estilo de Hollywood, un final pletórico no lo tendrán, pero de momento, eso sí, unos y otros son especialmente fieles al coitus interruptus. Por lo tanto, de aquí a no mucho, vaticino que tocará bajón unionista. Porque ahora van demasiado crecidos. Ayer incluso Sánchez-Camacho le decía al presidente Mas que no ha hecho el mejor negocio de su vida, con la apuesta soberanista. Y lo dice ella, con un partido en caída libre, que no sólo no ganará las elecciones (como sí dicen las encuestas que hará Mas), sino que además parece que será superada por partidos como Ciutadans o Podemos, y bajará a la segunda división de Iniciativa y otros que como ella, los socialistas, se ve que sí que han hecho un gran negocio.
En este escenario, resistir es vencer. Este es el mejor negocio que está haciendo Mas para el soberanismo. No se puede vivir en un estado de euforia o de entusiasmo sostenidos. Ni a un lado ni al otro. Los altibajos, en un proceso que no dura dos días, son la norma. Ahora el soberanismo está en un valle, claramente. Y no pasa nada. El secreto será clavar el momento decisivo con uno de los picos de movilización, ánimo y acierto. En eso y en no pensar la política como un negocio. Igual lo hace na Camacho y el PP con la calculadora de los votos de España en mano, y así les va aquí. Mas, por su parte, es evidente que si hubiera encarado todo lo que impulsa desde el gobierno como un negocio partidista haría mucho tiempo que lo habría abandonado.
(Para leer el artículo en El Singular, clicad aquí)