El bajón

  • El bajón

    ferreresciuerc
    De cómo la alegría dura poco en casa del pobre. ¿Verdad que conocen la frase? Pues bien, el caso es que para poder aplicarla hace falta uno que sea pobre o que se considere como tal. Y para estos casos, ¿quién se presenta siempre de voluntario y levanta el brazo como los niños que saben la pregunta en clase? El sobiranismo, sí, y muy especialmente su expresión política, que es rica en votos pero muy pobre en autoconfianza y amor propio. Y así, después de lograr el enésimo acuerdo “imposible” de camino a la culminación del proceso soberanista, ya poco después, hace un par de semanas mismo, los había que desde los partidos aplicaban sal a las heridas en vez de lamerlas. Y de aquí aquello que un amigo mío mallorquín describía como “el bajón”. El decaimiento del ánimo, una vez más.

    Ahora en Convergència hay muy mala sensación, y de aquí por ejemplo las declaraciones del consejero Homs relacionando el posible fracaso de las elecciones plebiscitarias del 27S con el hecho que Esquerra haya forzado la comparecencia del presidente Mas (ahora, cuando antes la frenó hasta cuatro veces) en la comisión parlamentaria sobre el caso Pujol. CiU realmente no temía que el presidente compareciera, pero lo que les cuece es que lo ven (no sin ningún motivo) como una clara muestra de la deslealtad y del recelo que identifican en los republicanos. Y el caso es que así no irán a ninguna parte, los unos, los otros, y con ellos las esperanzas que mucha gente ha depositado en el proceso. Están a tiempo de impedirlo o de dinamitarlo todo definitivamente. Son a poco tiempo, para ser más exactos.

    Porque, a ver si nos entendemos: el 27S no hay previstas unas elecciones plebiscitarias. Y no sólo porque los ciudadanos iremos convocados a ellas sin que los partidos hayan confeccionado ningún esquema de candidaturas diferente del de siempre y esto no hará ni clara y ni nítida la lectura del resultado aquí y en la China popular. Las elecciones del 27S hoy por hoy no son plebiscitarias porque los principales actores políticos que tienen que convertirlas en ello por la vía de los hechos (a pesar de que formalmente la figura no exista) no muestran estar por el caso. Más bien al contrario. Y en el estado de confrontación en que se encuentran, los unos desconfiando, los otros de “bajón”, es evidente que no pueden contagiar el ánimo de saltar la pared a una ciudadanía (especialmente a la soberanista y a la indecisa que hay que decantar) a quien hoy por hoy básicamente impregnan de su triste estado de ánimo. Veremos cuánto más dura esta broma, pero no tendría que ser mucho más por aquello de no tentar a la suerte. Porque es cierto y se dice mucho que todo lo que sube baja. Pero no todo lo que baja acaba subiendo de nuevo. ¿A que me entienden?