Un mal ya está hecho

  • Un mal ya está hecho

    malfet

    Los últimos días, preguntas a gente de CiU y de Esquerra y poco menos que te pintan un cuadro propio de novela de Edgar Allan Poe. De miedo. Después, los escuchas en los medios y ves que recitan bastante a menudo aquello de “estoy seguro que habrá un acuerdo”. Y yo entonces me pregunto: ¿un acuerdo…? ¿Pero qué acuerdo? ¿De qué tipo? ¿Uno para salir del paso que sea para ayudar a no ceder a ninguno de los dos y que no acabe aportando ni sumando nada? ¿Un acuerdo para acabar vapuleándose los días pares y haciendo como que hay algún tipo de sintonía patriótica los nones? ¿Qué acuerdo? Un acuerdo, muy bien. ¿Pero será El acuerdo? ¿Lo será así, en mayúsculas? ¿Lo sabrán hacer? ¿Tienen ninguna intención de llegar a él? Yo a pesar de todo sigo pensando que aún es posible.

    Ahora bien, un mal ya está hecho. Y fíjense que aquí cambio el artículo tradicional que corresponde a la frase “el mal ya está hecho”. Decir eso, “el mal ya está hecho”, implicaría dar por perdida ya la partida. Y no. Creo que a pesar de todo aún hay partido. Pero sería absurdo no admitir que un mal ya se ha hecho. Sería absurdo no asumir que entre el votante soberanista todo esto hace días que está quedando largo, demasiado prosaico y muy poco lucido (tirando a desmoralizador).

    El hecho de constatar, una vez más en un momento clave, que los obstáculos de siempre parecen infranqueables incluso en este momento excepcional, desgasta. Antes que nada, a los partidos implicados y a los liderazgos políticos que más se identifican (por activa o por pasiva) como frenos del acuerdo. Pero de paso, este escenario también afecta al proceso y muy especialmente a lo que unos y otros habían dicho que hacía falta ahora: ir sumando gente, que falta.

    ¿Esto de los últimos días al pelo de la lista unitaria o no suma alguien al proceso soberanista? No, evidentemente. ¿Y alguien entiende que CiU y ERC no hagan algo? Tampoco. Hace pocos días un militante de Esquerra que ha tenido altas responsabilidades me decía: “Creo que por primera vez desde las elecciones del 2012 la gente no nos está entendiendo, no está entendiendo qué hace Junqueras”. Y tiene razón, pero el prisma habría que abrirlo. Pocos, mirándonoslo desde fuera, podemos entender qué les está pasando por la cabeza a él y al resto de los que tendrían que estar trabajando no por un acuerdo más, sino por el acuerdo político de sus vidas. Y este mal ya está hecho. Y lo saben. Y el hecho que sea tan evidente a ojos de todo el mundo y que lo estén interiorizando, paradójicamente, quizás es para bien. No descartáramos que reaccionen a tiempo.

    (Para leer el artículo en El Singular, clicad aquí)