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- 13 nov
A las antípodas del problema
Quédense con el detalle: Mariano Rajoy comparece ayer para hablar de Catalunya, no aporta nada y se larga a Australia. A las antípodas del problema, no poniendo tierra de por medio, sino también mar, aire, bosque, desierto y no espacio sideral por el simple hecho que de momento no nos hemos independizado de España y todavía no nos han desterrado. Pero la imagen tiene todo su sentido. Comparece en rueda de prensa (¡oh, milagro!) y básicamente nos dedica una versión aburrida, repetitiva y en estilo registrador de la propiedad de aquel hit de Alaska que decía “Yo soy así, así seguiré nunca cambiaré”, y hala, expediente cubierto (“coñazo”, en terminología Aznar), y tira millas. Y a esto hay quién lo llama presidente del gobierno.
Pero Rajoy no sólo aplica esta filosofía de vida (política) con Catalunya. Todo él es un antisistema. Todo él. No sólo con una Catalunya a quien distancia estratosféricamente tanto con sus silencios como con sus palabras sordas. No sólo con una Catalunya donde se manifiestan más de dos millones de personas que reciben como respuesta del máximo dirigente del gobierno español que había más gente en casa. Rajoy es una termita para la misma política, no sólo para la unidad de España que con palabras repelentes tanto dice defender y que tanto está ayudando a cargarse. Él, como presidente, es pura antipolítica, y así, él y unos cuántos más, se están cargando España y la posibilidad de que alguien realmente pueda creer en ello.
El contraste con lo que tenemos aquí en Catalunya es brutal y aún no sé del todo si positivo o negativo. Pero el caso es que un palpitar político de aquí, con liderazgos que como mínimo dicen cosas disputándose la hegemonía catalanista, convive, dentro de un mismo estado y dentro de un trepidante momento político, con un desierto espeluznante en PP y PSOE. Y es de justicia asumir que si bien el vacío de Pedro Sánchez inquieta, la de Rajoy llega a indignar por cómo de irresponsable es. Y ante esto, allá en Madrid crece la alternativa radical que apunta a no tener nada que ver con esta decadencia, y aquí en Catalunya acentúa la sensación y la convicción que nosotros no somos de ese mundo. Que no hace falta que nos expulsen del sistema solar para distanciarnos de ellos, porque ya hace tiempo que estamos a años luz, y acelerando. Cada día más a las antípodas del problema que mucha gente (in crescendo) identifica, gracias a Mariano, con España.
(Para leer el artículo en El Singular, clicad aquí)