Futuro imperfecto

  • Futuro imperfecto

     

    Que el futuro existe y puede ser imperfecto lo sabemos no sólo porque en la escuela nos lo enseñaban con los otros tiempos verbales, sino porque el pasado y el presente que un día fueron futuro también son imperfectos. Y me explico. Aquello que está por venir hasta el 9N y más allá será imperfecto seguro, y sobre esto creo que todo el mundo está avisado. El proceso, ni ha sido ni es ni será el ideal, entre otras cosas porque Madrid no lo ha hecho posible. Aún así, a pesar de ser imperfecto, ahí es nada como los partidos catalanistas han superado las expectativas que la inmensa mayoría teníamos depositadas en ellos. A trompicones, por tramos peleándose verbalmente, siempre con el miedo en el cuerpo, pero van avanzando. De forma imperfecta pero lo van tirando adelante, y el resto lo puede asumir e incluso celebrar. Ahora bien, aquello que muchos no superarían anímicament y como ciudadanos sería un futuro muy imperfecto. Eso sí que generaría gran frustración.

    ¿Y cómo sería un futuro muy imperfecto? En la política catalana consistiría en un escenario de confrontación cuchillo en mano de los partidos catalanistas, cargándose las culpas los unos a los otros, o todos al govern, como complemento a un escenario de no consulta el 9N. Este sí, sin duda, sería un futuro perfecto (redondo) para el gobierno español. Pero esto, los partidos pro-consulta, no sólo están a tiempo de evitarlo sino que tienen la obligación de estar trabajando en ello como nunca. De buena tinta me dicen que van a reunión diaria a muy alto nivel, por lo que si se anulan algunas previstas como dicen que podría pasar hoy, tampoco es ningún drama. No mientras sigan trabajando sin descanso por un acuerdo de cara a tejer escenarios imperfectos pero no del todo de cara al 9N y más allá.

    Oriol Junqueras dijo a Artur Mas en el último Debate de Política General en el Parlament que el presidente no merecería la confianza del pueblo de Catalunya en caso de querer hacer creer que no sabía que el Estado vetaría el 9N. Y tenía razón y a la vez no la tenía. Pocas cosas son perfectas en la vida, a menudo ni siquiera las frases de más impacto y con carga. Porque sí, es cierto y todos sabíamos que el gobierno español no sólo no jugaría sino que además miraría de destruir tanto como pudiera. Cuando empezó todo el proceso, pues, todos sabíamos que el futuro perfecto no existía. Ahora bien, marcar hitos, creyendo en ello a pesar de ser consciente también de su dificultad de materialización, no es engañar. Es, políticamente, forzar escenarios. Forzar, por ejemplo a que los otros se muevan o, si no lo hacen, a que queden retratados y que esto pueda tener consecuencias. Y cómo ha actuado, actúa y actuará el poder español tendrá consecuencias, que nadie lo dude. ¡Ahora! Sería absurdo que las pagaran los partidos catalanistas y el soberanismo.

    Y una última apelación: que todo el mundo entienda, sin renunciar a él, que el 9N no es la Luna sino un dedo que la señala. Uno importante pero uno más de los que tiene una mano. No nos obsesionemos mirando embobados al dedo, pues, como haría el estúpido que nos describe el proverbio indio. ¿El 9N es importante? Sí. ¿La mayoría del pueblo de Catalunya quiere votar el 9N? Sí. Pero el 9N, como otros momentos previos y posteriores, es una herramienta, no el objetivo. Por tanto, aquí que nadie se confunda, como tampoco nos tenemos que equivocar señalando a un responsable si el 9N se acaba todo el proceso y todo salta por los aires. Porque si eso pasa y llega un nefasto futuro muy imperfecto, habrá sido cosa de los partidos catalanistas en conjunto, que habrán caído en la trampa de Madrid, y todos ellos recibirán las consecuencias.

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