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- 23 jul
Duran: una verdad incómoda
Josep Antoni Duran y Lleida es uno de los políticos que despierta más fobias entre la parroquia soberanista del país. Caso de estudio. Y tengo que apuntar que no es mi caso. Es decir, que aquello que me despierta es básicamente una gran curiosidad periodística. Por aquello que dice, cuándo lo dice, cómo lo dice y el rédito que ha ido sacando de este dominio del ritmo y de la escena durante más de treinta años en primera fila de la política. ¿Hasta ahora? Quizás sí. O no. No lo subestimen por las ganas que le tengan. Y me atrevería a proponer que tampoco se menosprecie su opción de suma por el simple hecho que no es independentista (también de momento).
Cuando el domingo avancé en El Periódico que Duran plegaría de la secretaría general de CiU, al publicarlo en Twitter recibí un montón de reacciones de todos colores. Algunos incluso precipitándose a sacar el cava de la nevera para celebrar una retirada que no se estaba dando. Pero, ¿y las ganas que le tienen algunos? Esto puso aquel plus de remate al anuncio que un servidor había hecho, y que en ningún caso hablaba del adiós de Duran. Y sí, se precipitaron y equivocaron algunos por esta vía, igual como otros se precipitaron en blasmarlo por no independentista. Una vez más, gran error.
Cuando él dijo ayer que “nunca me he sentido incómodo ni con la consulta ni con el derecho a decidir”, un internauta me preguntó: “¿Cómo se sentiría si gana el sí-sí?”. Pensamiento instantáneo mío: “¿Y a nosotros que nos importa?”. En este sentido es como Duran se ha convertido una verdad incómoda (como el título de aquella película de Al Gore) para unos y para los otros. Pero básicamente lo tendría que ser para los españolistas, ¡no para los catalanistas! Porque Duran como político es prueba viva que hay muy poco a hacer en España si uno quiere formar parte de ella sintiéndose catalán y reivindicando aquello básico que nos es de justicia. Él es esto y él constantemente se ha topado con la pared de Madrid que incluso le ha llevado a advertir que nos abocarán en una declaración unilateral de independencia. Y que esto lo diga Duran los descoloca mucho. Los incomoda mucho, porque si lo dice uno de la CUP o Alfred Bosch, pues miren, incluso pueden hacer caricatura que les sume. ¡Ahora! ¿Todo un señor cliente del Palace y democristiano y presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso? Eso les rompe el contrarrelato sobre lo que pasa aquí. O como mínimo lo puede llegar a hacer.
En cambio, para el proceso catalán Duran no tendría que ser una verdad incómoda ni ahora ni cuando llegue la consulta. Ahora no porque a diferencia de otros como los del PSC está claramente por la consulta, por el derecho a decidir de los catalanes y por la pregunta acordada por los partidos catalanistas. Así lo ha votado Unió. Y cuando llegue el momento de consultar al pueblo catalán y de construir mayorías por el “sí”, si él no se suma a ello estará en su perfecto derecho de hacerlo y esto también legitima la consulta y a quienes la defienden sinceramente. Porque la gran fuerza democrática de la reivindicación del derecho a decidir del pueblo catalán radica, en buena parte, en el hecho que aquí una mayoría social está por consultar tranquilamente y cívicamente sobre qué quiere la ciudadanía: seguir como hasta ahora o cambiar. Es el fundamentalismo de otros, y su poco grueso democrático a la hora de exponerse al veredicto de las urnas, aquello que da un plus de legitimidad al proceso catalán a ojos del mundo, allá donde no incomoda aquello que es normal (votar en la dirección que sea) y que aquí hay que defender a todas.
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