Cuando aguantar ya no es suficiente

  • Cuando aguantar ya no es suficiente

     

    Estos días postelectorals, de nuevo con un PSC tocadísimo como ya hace varias citas con las urnas que pasa, la mano derecha de Pere Navarro en el partido, Antonio Balmón, ha declarado que «la principal virtud que tiene ahora el PSC es intentar aguantar». Una sincera y a la vez preocupante reflexión que muestra exactamente aquello que no puede ser la política en el actual contexto social, si es que quiere reivindicarse y tener algún sentido y proyectarse de alguna manera útil.

    Resistir no es vencer. No siempre. No ahora. Le podía servir la máxima a Juan Negrín, el último presidente de gobierno de la República española. Entonces, y en el contexto que le tocó vivir, durante la Guerra Civil, en los años treinta del siglo pasado, la proclama podía tener su sentido. Pero en nuestra sociedad actual, en nuestra política, que libra mil batallas cada día, eso ya no le vale. Resistir y basta es marchitarse, asumir el hecho de ir a remolque de los otros, no ser un agente activo, renunciar al paradigma del prosumer que nos impregna a todos, que nos convertimos productores y consumidores a la vez, también de realidad. Si un partido, si una institución, renuncia a transformar la realidad, pasa a ser irrelevante, marginal o subsidiario y condenado a ir a remolque otros, del viento que sopla, sin personalidad, sin identidad definida, sin proyecto diferenciado que pueda ser tenido en cuenta o que pueda atraer el voto de un grueso significativo de la sociedad. 

    Dejar que los otros hagan. Y pensar que ya pasará. Y no. Pero este no es un mal que se pueda circunscribir a unas únicas siglas ni a un solo contexto político. Es un mal que se reparte ante la gran cantidad de actores que emergen y que tienen voz, a veces institucional y muy organizada, y a menudo también ensordecedora y vía barricadas virtuales que a través de la red sobredimensionan colectivos, consignas y protestas. Y ante eso, mirar de «aguantar» y basta no es una solución a nada. Y en Catalunya, el momento político que vivimos reclama que los partidos por el derecho a decidir lo tengan muy presente y actúen en consecuencia. 

    CiU, por ejemplo, se equivocaría creyendo que después del resultado del 25-M ha «aguantado», y adelante. Tiene mucho trabajo por hacer, internamente, que esto también puede sumar o restar al proyecto compartido, y externamente, porque es evidente que sólo hacer frente común y mirar de resistir o «aguantar» ante los envites del poder español y sus múltiples altavoces, esto no es suficiente. No hay bastante, con «aguantar». Hay que producir realidad, además de ir consumiéndola y metabolizándola lo máximo de bien posible. Y a esto están llamados los partidos catalanistas que están por el derecho a decidir. Cada día que pasa es un día menos que les queda para «aguantar» y basta. Es un día menos que les queda de excusa para no acelerar la suma, la producción de realidades que impulsen, que atraigan, que aporten algo diferente de la clásica resistencia numantina. Les hace falta algo nuevo, diferente, un proyecto compartido y útil que así sea decodificado fácilmente por una sociedad que, ante eso sí, deje de «aguantar» el actual estatu quo y la presente manera de hacer política, para sumar definitivamente a la construcción compartida de un nuevo país.

    (Para leer el artículo en el Boletín del CEJP, clicad aquí)