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- 15 feb
La insostenibilidad de CiU
Díganme una sola persona que conozcan, que no sea militante de Unió o que viva de algún cargo de partido o de gobierno que dependa de ella, y que vote CiU por el partido socialcristiano o por su líder Josep Antoni Duran i Lleida. Yo no conozco a ninguno, y miren que hablo con gente. Si hay alguien en la sala, pronúnciese, por favor. La cuestión es si alguien cree realmente que hoy Unió sigue aportando algo a la federación de CiU, además de la resta evidente que provoca con muchos de sus pronunciamientos públicos.
Ayer en El món a RAC1 de Jordi Basté, la diputada de Unió en el Congreso Montserrat Surroca regaló 15 minutos de radio en prime time del programa más escuchado del país a hacer de Unió, una vez más, la cuestión, cuando no lo era. Ayer el debate era el proyecto sobre el aborto que habían llevado al Congreso Alberto Ruiz-Gallardón y el PP. Ellos y su visión retrógrada de la sociedad eran la cuestión, no Unió ni su voto con el PP en contra de la propuesta del PSOE de retirar el anteproyecto de ley. Pero durante aquellos 15 minutos y un rato majo de tertulia posterior, Unió regaló tranquilidad y calma a los de Mariano Rajoy. En paralelo, una vez más, el posicionamiento y las explicaciones de Unió inquietaban y provocaban dudas existenciales y de voto a un montón de electores que hace años y años que a pesar de todo siguen apostando por CiU. A pesar de en muchísimos casos Unió. Y ya ni les hablo de los muchos que hace tiempos que dejaron de votar CiU por Unió. Pero todavía hay resistentes (veremos durante cuánto tiempo) y estos entiendo que se volvieron a reafirmar en su opción de voto unos minutos después al escuchar en el mismo programa al alcalde convergente de Cervera. Después de la sesión habitual de malestar general que les había suministrado las palabras de un representante de Unió, muchos pudieron escuchar a alguien de quien entendían el idioma, en cuanto a lenguaje y conexión con los tiempos que vivimos, y con cierta lógica elemental que comparte bastante gente que capta la trascendencia del momento crucial de país que afrontamos.
Les podría hablar de Josep Sánchez Llibre, todoterreno, hombre clave de CiU en Madrid desde hace años, afable e incansable multi-usos. Les podría hablar de Joana Ortega y su lealtad al president Mas, y su buen y discreto trabajo al frente de Vicepresidencia y Gobernación. Les podría hablar de Ramon Espadaler y su tarea de pacificación en una consejería complicadísima como lo es Interior. Les podría hablar de la potencia intelectual y ejecutiva del Secretario de Universidades e Investigación, Antoni Castellà, y de destacados de su equipo como Pep Martorell o Marta Vidal. Les podría hablar de ellos y de mucha otra gente de Unió que suma en su día a día y en su actividad política. Pero desgraciadamente toda esta gente y esta tarea quedan en un segundo plano ante aquello que proyecta Unió desde hace años y más ahora, en un nuevo tiempo, en un momento donde la gente duda de muchas cosas en su día a día y respecto del futuro del país. Ante ello, se pide a los políticos ser sinónimo de soluciones, no de dolores de cabeza o de cosas difíciles o imposibles de explicar.
La gente ahora no quiere partidos que hablen todo el día de ellos mismos o que hagan que se hable. La gente reclama política como sinónimo de suma. Hacia aquí va la sociedad, tanto si los políticos se disponen bien a ello como si no. Y de hecho las encuestas muestran cómo la ciudadanía leída en clave de electores se decide por aquellos que captan este mensaje. De aquí que la insostenibilidad de la actual Unió y aquello que anexa a la marca CiU no sea más que otro síntoma que apunta a cómo las próximas elecciones catalanas irán de otra cosa, una nueva. Porque en los próximos comicios el grueso central del catalanismo tendrá que hacer una apuesta por una suma determinante en el momento en que más la necesita el país, cuando menos necesita de resta. Y parece evidente que todo ello pasará por una candidatura unitaria como la que no se ha podido lograr ahora de cara a las europeas por las pequeñeces de siempre de unos partidos todavía con demasiado chip de siempre.
Sí, se tendrá que lograr una candidatura conjunta sinónimo de suma, con independencia de las siglas tradicionales, antiguas. ¿Y Unió estará ahí? Seguro. A través de algunos de los nombres que les he citado en este artículo, pero sobre todo a través de muchísimos de los votantes tradicionales que ha tenido Unió, Convergència y CiU durante décadas. Y con muchos otros partidos que también tendrán que contribuir a la suma para acabar con una división que durante ya hace demasiado tiempo los ha tenido con un sufrir, con un sí pero no, con un votar al mal menor que, sinceramente, ya les digo ahora que no nos hace falta, porque ya no aporta nada ni a los políticos ni al resto de la ciudadanía.
(Para leer el artículo en El Singular, clicad aquí)