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- 22 mar
¡Viva la cadena!
“¡Vivan las cadenas!”. El concepto, español, también nos demuestra cómo en fondo y forma en Catalunya tenemos poco que ver con eixe món. Los liberales españoles (que tenían de liberales clásicos más bien poco) parieron en 1812 una Constitución en Cádiz que celebraron con aquel mítico “¡Viva la Pepa!”. Pero aquel espejismo duró poco y el año 1814 el rey Fernando VII regresó del exilio, y con él su absolutismo, con un recibimiento de lujo que replicaba aquel grito elogioso de La Pepa. “¡Vivan las cadenas!”, chillaba la gente del pueblo que fue a recibir a su rey, despegando los caballos de su carroza y sustituyéndolos por una turba de gente enloquecida con la idea de volver a tener soberano que les apretara más las riendas en corto.
Este es un concepto de cadena vinculado a la historia de España. El de un grito con versiones posteriores no menos denigrantes, como “Muera la libertad y vivan las cadenas”, “Viva el rey absoluto y vivan las cadenas” o “Vivan las cadenas y mueran los negros -como los absolutistas se referían a los liberales- “. Muy edificante y democrático, todo. ¿Verdad que me entienden la ironía?
En contraste, aquí vivimos en una sociedad catalana donde tradicionalmente la inmensa mayoría del espectro político se ha caracterizado por la defensa de las libertades democráticas, liberales de verdad aparte, que aquí sí que los hay y tienen peso político. Una sociedad donde el parlamentarismo tiene un pedigrí contrastado y que vive una encrucijada histórica, ésta sí, donde se liga ahora una cadena y el concepto libertad.
La ANC y Òmnium Cultural nos proponen unir con motivo de la Diada de 2013, con una cadena humana, todos los pueblos y ciudades del país en defensa de la independencia de Catalunya. Viva, pues, la cadena. La nuestra, porque ésta es sinónimo de suma, de resistencia pacífica, de reivindicación solidaria, de reto colectivo imposible de alcanzar sin contar con los individuos. Porque será puntual, única e irrepetible, como la gran manifestación del Onze de Setembre de 2012. Porque así el pueblo, pacíficamente, haciendo una vez más de la libertad individual y colectiva su bandera, volverá a atraer la mirada del mundo. Hacia Catalunya y su reivindicación y hacia España y su concepto de libertad, que la retrata y, en contraste, avala el derecho a decidir de los catalanes por ejemplo sobre cómo desmarcarse de él definitivamente y nítida.
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