Ni grande ni deportivo

  • Ni grande ni deportivo

    ¿Quién duda que a día de hoy tenemos el Barça más grande de la historia? ¿Y quién no tiene claro que en contraposición a su gran antagonista, en la actualidad también el Barça golea en cuanto a valores deportivos, en el campo y en el banquillo? Nadie, ¿verdad? Al igual como a nadie se le escapa el lastre que supone la mala leche reconcentrada de una parte del barcelonismo. Es una pena, pero la tenemos enquistada. ¿Irremediablemente? Creo que no. Podemos hacer que no sea así. La junta del club, en primera instancia.

    Ayer veía la comparecencia de Vicenç Pla, el socio que debemos creer que actúa por iniciativa propia contra la directiva de Joan Laporta, y el alma me caía a los pies. En el mejor momento del mejor Barça, y aún los hay que quieren entretenernos con miserias. Aún los hay que no han digerido que el Barça actual es en gran parte cosa de un proyecto Laporta que reenganchó el club al país, a los valores que le habían sido propios desde su fundación y al éxito deportivo que en otras etapas se le había resistido.

    Es de cajón, y todo el mundo lo ve, que unas personas no pueden pagar la deuda millonaria que dejaron otros por 10 días de mandato desde su toma de posesión como junta directiva. Es de locos. Y es de sociedad enferma, tener que perder el tiempo en esas vendettas, y más cuando el rédito que dejó la junta de los hoy condenados fue, en todos los frentes, infinitamente mejor que la herencia recibida y por cierto no denunciada en su día, por aquello de mirar adelante, de asumir retos y de aspirar a lo mejor, no a retozarse en charcos de resentimiento y odio.

    En el Barça, de una época de bandos y de pesimismos que parecían endémicos, ya salimos una vez. Con ideas nuevas, con una nueva generación, con ilusión, con empuje, con atrevimiento, con acierto, con mentalidad de club grande y haciendo bandera de todo aquello que rezuman los mejores valores del deporte. Todo lo contrario de lo que respira la reclamación del aval millonario a Laporta y algunos de sus directivos.

    Estos días llenos de citas del maestro Salvador Espriu, en su año, déjenme versionar ese fragmento donde dice a Sefarad que “los hombres no pueden ser si no son libres”. Libres de rencor y de rabia, permítanme añadir. Es por ello que, de Vicenç Pla, la junta de Sandro Rosell se debería desmarcar públicamente y, fuera de cámara, trabajar decididamente para hacer posible el archivo judicial de su gran absurdidad hecha causa. Lo contrario no sería propio del club que entre otros el mismo Sandro ayudó a rehacer. No sería ni grande ni deportivo. No nos dejaría ser como queremos ser aquellos que amamos al Barça. Aquellos que amamos un país en horas crudas donde esta gran institución nos reporta algunas de las pocas alegrías del momento.

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