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- 03 feb
¿Líderes enmascarados?
Aunque a uno lo vistan de líder, si no lo es, el disfraz tarde o temprano se hace evidente a ojos de todos. La máscara acaba cayendo. Si uno desaprovecha cada oportunidad que tiene para reivindicarse, es que de líder tiene poco. Mariano Rajoy ha vuelto a ello, ahora a colación del caso Bárcenas, y de nuevo escondiéndose en un primer momento para después acabar compareciendo en público tarde y mal, forzado y sin responder preguntas de los periodistas. Buscando el contraste, diferenciándose y aprovechando la oportunidad (una vez más), Artur Mas ha vuelto a proyectar una voluntad de liderar y de llevar la iniciativa en un momento complicado que reclama tomar decisiones y dar la cara.
Recuerden una de las noticias colaterales de la semana: la votación del Ayuntamiento de Barcelona por la soberanía. El jefe de la oposición, Jordi Martí, al abstenerse y así desmarcarse del no de su partido, el PSC, ha obtenido más cuota de pantalla que nunca. Aunque de forma muy prudente, ha mostrado voluntad de diferenciarse. Pero, en paralelo, Guillem Espriu, uno de los regidores socialistas que ha votado no , sin ruido y con discreción trabaja de hace meses para tejer complicidades y reconstruir puentes en la federación barcelonesa del PSC, y entre esta y Nicaragua. Puentes, puentes, puentes. Sus gestiones necesitan del silencio como máscara. El liderazgo no. Un líder político, o lo es a cara descubierta o no se puede reclamar como tal.
Mas se expuso cuando anunció en primera persona recortes a las puertas de las elecciones municipales (al poco de acceder al cargo) e hizo lo mismo antes de las elecciones al Congreso. En su partido inquietó (electoralmente) a la vez que reconfortó. En contraste, en momentos complicados como el actual, el liderazgo de Rajoy, en su propia casa, básicamente inquieta.
El jueves, a las diez de la noche, desde el Palau de la Generalitat se envió la convocatoria de prensa para la rueda de prensa del día siguiente. Tarde, «para ahorrar presiones de los medios por saber detalles del acto previsto». Y la mañana del viernes, la agenda mediática de todos los consellers estaba vacía. Nadie haría ruido ni distraería del mensaje del día, a cargo del president. Esto no se improvisa. Y el líder anunció una cumbre para el próximo miércoles con actores clave en la lucha contra la corrupción, sin partidos, con la voluntad que no sea retórica ni estética. «Esto debe acabar en ley, pero primero el viernes queríamos proyectar otra manera de hacer, una voluntad de liderar», dicen los hombres de Mas. Y él se pone a ello, ciertamente, pero Rajoy, por el contraste que ofrece, le ayuda a la mínima oportunidad.(Para leer el artículo en EL PERIÓDICO, clicad aquí)