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- 19 ene
La política fábrica de antipolítica
Los hay que, instituidos en «clase política», son los grandes promotores de la antipolítica. Incluso ellos lo saben, pero el cortoplacismo manda y persisten en un error que de fondo nos afecta gravemente a todos pero que a ellos les puede acabar costando el estilo de vida que se han montado. Juegan porque creen que esto último nunca pasará, pero yo me lo iría replanteando. Quizá están tensando demasiado la cuerda. El desenlace judicial del caso Pallerols y las reacciones políticas que lo han seguido son preocupantes, a la vez que eran previsibles. El mismo pacto de los imputados con la fiscalía da vergüenza. Es legal, faltaría más. Otros muchos llegan a pactos con la fiscalía a diario, seguro. Pero, ¿y qué? La política y quienes forman parte de ella no son un particular y, más que el resto, tendrían que ser ejemplares y demostrar constantemente que son dignos de confianza, no todo el contrario.
Mal por el pacto que asume delito y lo ventila con un pago de dinero robado, que para más inri eran fondos que iban a formación de parados. Sí, pa-ra-dos, subleva. Y más de la mano de una política con crédito bajo cero. Finalmente ayer, un día tarde, Josep Antoni Duran Lleida se manifestó, desde Chile. Total, para decir: «Evidentemente, no pienso dimitir». Desgraciadamente ya lo sabíamos. Y digo desgraciadamente por la previsibilidad de la respuesta. Porque desgraciadamente el líder del PP no dimitió por el caso Naseiro, de financiación irregular. Ni el del PSC o el del PSOE tampoco lo hicieron por el caso Filesa, de la misma naturaleza. El tiempo pasa y la dimisión de Duran, desgraciadamente, habría sido un exotismo, una sorpresa que sinceramente nadie esperaba. Porque todos asumimos que la política quiere seguir erosionándose desde dentro. Y de la oposición y de su hipócrita papel ya hablaremos otro día. Porque a la antipolítica, curiosamente, parece que todos quieren jugar.
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