Vuelve la ilusión

  • Vuelve la ilusión

    Quién iba a decir que en plena depresión de la economía global nos pasaríamos unas cuantas horas, e incluso días, sin hablar de la crisis. Quién iba a decir que un Gobierno que lo ha sido durante los dos últimos años se presentaría a unas elecciones con opciones claras de victoria. Quién lo iba a decir cuando exponerse a las urnas es sinónimo de castigo contundente para la mayoría de gobiernos del globo. Y quién iba a decir que uno de los Ejecutivos que más se ha puesto con las tijeras se atrevería ahora a convocar elecciones, cuando ni la crisis ha pasado ni seguramente lo han hecho los sacrificios que nos exigirán desde las instituciones. Pero todo ello ha sucedido. 

    Ha pasado que un líder por el que hace diez años pocos apostaban se ha convertido en el gran capital político de la primera fuerza del Parlament y del soberanismo. Ha pasado que Artur Mas ha ido (en dos años) más allá de donde fue Jordi Pujol en dos décadas. Quién lo iba a decir, ¿verdad? Y ha pasado también que hace tan solo una legislatura muchos se mofaban del proyecto de Casa Gran del Catalanisme, cuando ahora se está viendo que Mas, sin duda, está ejerciendo de catalizador de muchas adhesiones que sobrepasan las fronteras tradicionales de CiU. 

    Mas apelaba hace dos años a mirar al futuro «¡con ilusión!» Pocos meses atrás, tan solo recordarlo parecía una broma de mal gusto. Pero ahora no. En las circunstancias económicas, políticas y sociales menos proclives, se palpa en el ambiente una ilusión renovada. Ha vuelto para muchos que ven cómo la etapa que se ha abierto ya no va de decidir solo sobre el hoy o sobre un Gobierno sino sobre la libertad que todo pueblo debería poder reclamar en democracia. Quién nos iba a decir que algo tan sencillo pero a la vez tan complicado lo tendríamos al alcance de la mano. De ahí, a pesar de todo, la ilusión.

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