No es Alsius, es la Luna

  • No es Alsius, es la Luna

    Me habría gustado mucho que ayer el Parlament hubiera escogido al periodista Salvador Alsius como miembro del CAC. Pero no por Alsius, a quien seguía desde pequeño cuando él era jovencito y presentaba Telenotícies, y a quien después he seguido por ejemplo desde su vertiente académica. Él era un perfil idóneo para formar parte de un organismo regulador de los contenidos de los media como lo es el Consell de l’Audiovisual de Catalunya. Esta es una parte importante del debate. Pero no el todo. Lo tendría que ser en un país normal, pero no lo es en el nuestro.

    Igualmente, me habría gustado que ayer el Parlament no hubiera escogido a Daniel Sirera como miembro del CAC. Pero no lo digo por Sirera, a quien detecto claramente como un político maltratado por su propio partido, que ahora lo ubica en este organismo como premio de consolación más que discreto. Recordemos que el PP tiene mayoría absoluta en el Congreso y que podría haberlo ubicado en mil y una repartidoras mucho mejores. Y el caso es que esta percepción del CAC por parte de los políticos es parte importante del debate. Pero no es el todo. Lo tendría que ser en un país normal, pero no lo es en el nuestro.

    Me habría gustado que ayer CiU hubiera podido pasar del PP y hubiera votado por un profesional del mundo de la comunicación, en un organismo que va de regulador de este mundo y que está repleto de exdiputados, ahora y antes, tanto como va cojo de profesionales del ramo. Pero no por eso, que también. Sobre todo me habría gustado porque este desgarramiento habría significado que el gobierno de Cataluña ya no depende para sobrevivir de pactos con un PP que si lo quiere, desde Madrid, le corta definitivamente el grifo y colapsa una Administración catalana que no tendría ni para pagar a sus funcionarios.

    Ahora en el CAC hay exdiputados del PSC, del PP y de CiU, igual como antes los había que éstas y de otras formaciones como ICV. Este hecho, si nos tenemos que llevar las manos a la cabeza, ya estaba ahí antes. Por lo tanto, demagogias fuera, por favor. Pero la pena no es ésta. La gran pena no, como mínimo. Porque el gran drama es que las fuerzas catalanistas, y muy especialmente CiU y ERC, no crean que ya hace días que toca ponerse de acuerdo para tejer alianzas que fijen rumbo a corto plazo hacia el final de esta sumisión que sí o sí nos condiciona siempre desde Madrid.

    Dice el proverbio oriental que cuando el sabio señala la Luna, el necio no ve más que el dedo. Y ya es eso. Porque no es Alsius. No es Sirera. Es la libertad.

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