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- 24 jun
Oficiales y samuráis
El sable moderno, la espada y el florete son las tres armas de esgrima. La katana es algo a parte. Así, poniéndonos en situación, fíjense cómo esta semana la presencia mediática del ministro Alberto Ruiz-Gallardón, de la senadora Alícia Sánchez-Camacho y la presidenta madrileña Esperanza Aguirre ha descrito tres estilos diferentes de aproximación a la batalla soterrada, que ahí está en el PP, a propósito de su futuro y de hipótesis varias sobre una España intervenida y sin Rajoy de presidente.
Gallardón es de sable moderno, una arma blanca curva, habitualmente usada por los oficiales de caballería e infantería. Porque Gallardón es un oficial de Mariano. Si hay que decir que no gusta la sentencia del Tribunal Constitucional sobre Sortu, se dice. Y luego, en petit comité, se admite ante periodistas selectos que al gobierno del PP le va bien que el TC haga «el trabajo sucio». Porque él hace años que está al servicio de Rajoy, pero sobre todo de sí mismo como hipótesis de futuro que no renuncia a ser. Dicen sus críticos que está descolocado. Que no ha ganado con el cambio de su jefa de prensa de toda la vida, Marisa González, por una joven Elena Marín, que fichó de La Gaceta y le asesora desde que es ministro. Pero, ¿desde cuándo un ministro de Justicia tenía tanta cuota de pantalla como él ahora? Está ahí.
También lo está su enemiga íntima. Aguirre es más de catana, arma blanca de filo único, curvado, tradicionalmente usada por los samuráis. A ella la esgrima no le va. Se sabe única en el PP actual, quizá por lo sola que se ha ido quedando en la primera línea (dura). Y, compleja como pocas, si como los samuráis hay que recurrir al hara-kiri, lo hará, pero por dar batalla hasta el final, que no quede. Ella a lo suyo. A seguir dejando claro ante los medios y quien haga falta que Rajoy es un blando. ¿Que eso implica pedir públicamente que se cierre el TC? Pues se pide.
Alícia, que parece ajena a estas batallas, se deja notar internamente. Al servicio de Mariano y de Cospedal. Ella es más de florete. El tocado lo hace de punta. Con finezza . Esta semana, en plena polémica sobre el catalán tildado de «aragonés oriental», no ha hablado de ello, y eso que tiene sus reservas con la línea del PP aragonés. Le han hecho entrevistas y el tema no ha salido. ¿Pero desde cuándo a Sánchez-Camacho le hace falta que le pregunten algo para ponerlo sobre el tapete si lo quiere? No ha querido hacer ruido con el jefe de gira. Porque ella no opta a ser su recambio, sino que lidia en serio para que este no se dé a corto plazo.
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