El presidente ausente

  • El presidente ausente

    La siguiente definición bien podría referirse al presidente Mariano Rajoy: « El maestro de ceremonias anuncia a los invitados llegados y por llegar, pero tiene la suma cortesía de no extenderse sobre sí mismo». Encajaría, pero no. Es la entrada correspondiente a Marcel Proust en el Diccionario de Literatura para esnobs , de Fabrice Gaignault.

    Rajoy es así. Y si ya como jefe de la oposición provocó aquella reacción periodística del «sin preguntas no hay cobertura», tras ver que la cosa no pasaba de ser un eslogan, el vicio de no rendir cuentas ante los medios apunta ahora maneras de haberse convertido en crónico.

    Es una opción, en absoluto improvisada. Cuestión de supervivencia en la movida escena política del momento. El secreto está en saber hacer mutis por el foro en el instante preciso y en saber ser invisible el tiempo adecuado. Los asesores de Rajoy, en este sentido, beben del mismo manual que los de Carme Chacón, otra habitual de las comparecencias sin preguntas y de los silencios calculados.

    Con la que está cayendo y con las medidas impopulares que toca impulsar desde cualquier Gobierno, el líder político que se exponga demasiado tiene muchos números de quemarse rápidamente. Entendamos, pues, al presidente. Tantos años para llegar donde está, y miren con qué panorama se las ha de ver.

    Rajoy, por lo menos en estos primeros tiempos poco agradecidos de su mandato, se limitará a irnos presentando a La Compañía del Recorte, como cuando batió el récord de velocidad en leer en público el nombre de los ministros de un nuevo Gobierno. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y compañía ya pondrán el resto. Ayer lo hizo el ministro Cristóbal Montoro anunciando más (duras) medidas urgentes para «taponar la herida». ¿Y mientras Rajoy? Agradando a Pablo Neruda, allá donde esté (…)

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