Esprínter, no alpinista

  • Esprínter, no alpinista

    Bill Clinton, uno de los presidentes norteamericanos más telegénicos y carismáticos de las últimas décadas, dejó escrito en sus memorias una concepción singular de la política contemporánea. Según él, ya no consiste en resolver problemas económicos, políticos o militares sino en «dar a la gente la posibilidad de mejorar su historia». Nos lo explica el francés Christian Salmon, autor de uno de los manuales de referencia del momento para los manufactureros del relato político, Storytelling , la máquina de fabricar historias y formatear las mentes. Pregunta: ¿Nos ha proyectado Alfredo Pérez Rubalcaba esta perspectiva de mejora?

    En el contexto de la política-espectáculo de nuestros días, el líder es el guionista, el realizador y el principal actor de una campaña política permanente. Y de ahí una de las posibles explicaciones a las malas perspectivas con las que hoy el candidato socialista se planta ante las urnas. Él, un gran guionista y realizador de la política, no era seguramente el mejor actor para encarnar el papel de protagonista del PSOE en esta campaña.

    En la construcción del relato de Rubalcaba nos lo pintaron como un esprínter. Como alguien que de joven fue atleta especialista en las carreras de velocidad y que pasados los años seguía atesorando ese espíritu de competición, aplicado a la política. ¿Pero qué pasa cuando una carrera empieza con un ganador posicionado unos metros más allá, sobrado y a dos palmos de la meta? ¿Qué pasa cuando la competición nos es tal? Ese es el escenario que se han encontrado Rubalcaba y su equipo.

    Los estrategas del PSOE se han pasado la campaña peleando contra las consecuencias de algo que hasta ellos daban por hecho y por lo que en teoría competían por impedir. Muy difícil de comunicar, de explicar, de vender. La campaña del candidato socialista no era de velocidad. Era más que cuesta arriba. Era cosa de un alpinista, no de un esprínter.

    Si además asumimos que la política, según la exitosa doctrina Clinton, debe dar a los ciudadanos la posibilidad de mejorar su historia, la dificultad de cuaje de la campaña socialista estaba cantada. Pelea por lo que quieres . Eslogan y mensaje de resistencia, no de victoria. Poca esperanza. Poca perspectiva de mejora. Como máximo, un llamamiento a conseguir hacer posible el «virgencita, virgencita, que me quede como estoy».

    El mensaje socialista ha buscado mantener lo que se tiene (el poder), más que proyectar una perspectiva de mejora ante una población en situación grave de crisis. Era muy difícil de vender y la campaña del PSOE por momentos ha parecido que quería explicarnos un candidato virtual que en lo analógico se veía que no era. Nos han presentado a un político habilidoso en el 2.0 con una muy cuidada identidad digital en Twitter, en Facebook, en la web del líder y hasta atreviéndose con nuevos frentes como Storify.

    Pero la que hemos visto en internet no era su historia real (…)

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