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- 04 sep
¿Un nuevo arte de ‘ciuear’?
¿No les ha pasado nunca que al volver de vacaciones toman decisiones de cambio? En esto hay de más y menos atrevidos. En este sentido, estén atentos al alcalde Xavier Trias y a sus lentes. Él es de la cofradía del cambio moderado. Sus asesores nunca miraron con muy buenos ojos las que lleva ahora. Y me dicen que en breve podremos observar cambio de gafas en el alcalde del Cap i Casal, con el amarillo como protagonista.
Ahora es el doctor Trias, el alcalde, con gesto relajado, más apacible que nunca, con aquel vestir elegante pero siempre con algún detalle rompedor (en hombre de su quinta), ya sea vía zapatos, americana, corbatas o, muy especialmente, las gafas. Ahora es más él. Ha encontrado su lugar. Nada que ver con aquel Trias que en la sesión de investidura de Aznar, en 2000, incómodo y nervioso en la tribuna de oradores del Congreso, tuvo que declamar aquello que el PSC le reprochó a media campaña ahora hace unos pocos meses: “A través de la colaboración se pueden acercar posiciones. A veces posiciones que parecen estar muy distantes, muy alejadas, pues resulta que están más cercanas de lo que parecía.” ¡Ah, aquella puerta abierta! ¡Ah, aquel tensionar la cuerda hasta que parezca que la cosa pueda llegar a romperse… pero no! Era el arte de ciuear. Y a Trias, en Madrid, la cosa se le resistió.
Pero Josep Antoni Duran i Lleida es otra cosa. Él, en Madrid, se encontraba en su salsa con el viejo arte de ciuear, que quizás lo era hasta hace dos días (literalmente). Aquel hacerse valer por la vía de la tensión permanente nunca culminada en ruptura de la baraja. En Madrid, este arte asumía su máxima expresión. Y, por esta vía, “traiga para acá esta competencia”, “no me pise esta otra”, y “¡Basta de hacer daño a Cataluña!”, que por cierto fue el eslogan de Duran en 2004. En esto ha consistido el arte de ciuear durante tres décadas. Ir defendiendo Cataluña ante una agresión exterior que se da por hecho que nos es crónica. ¿Sí? ¿Lo tiene que ser? ¿Es inevitable? ¿No habrá nunca ruptura? En esto, la Convergencia actual, con un peso soberanista creciente, ha empezado a contraponer otro arte de ciuear. Uno que mira de ir ganando terreno internamente y dialéctica. ¿Y esto cómo se hace? Por ejemplo, mirando de virar el discurso de su candidato en Madrid, que, por aquellas cosas de la vida (y de los pactos de federación), es el líder de Unió.
De una voz soberanista convergente: “Duran empezó su precampaña diciendo que estas serían las elecciones de la economía y de la implicación del catalanismo en el gobierno español. Entonces, Oriol Pujol enciende el debate sobre el número dos dejando patente que el acento soberanista tiene que ser nítido en la candidatura. Al final, él no irá de segundo de Duran, ¡pero éste acaba hablando de concierto económico y boicotea la reforma PP-PSOE de la Constitución no votándola! Allá saben que esto es de antes y después.”
¿Conjunción astral? ¿La presión de Pujol y el sector soberanista? ¿La pinza PP-PSOE? ¿Quizás es que Duran está indignado porque, con la ruptura del pacto constitucional que han perpetrado PP y socialistas, le matan, a CiU, la tradicional vía posibilista conocida como el peix al cove? Sea como fuere, ni Roca ni Molins ni Trias no se atrevieron nunca a tanto, quizás también porque el PP y el PSOE tampoco lo hicieron, por su parte. CiU ha elevado el tono de su discurso. ¿Justo a tiempo, a tocar de la campaña electoral? ¿El arte de ciuear de siempre o uno nuevo? Todo apunta que en la posición de CiU esta semana en el Congreso ha habido más de estrategia que de táctica. llegan tiempos de cambios… ¿atrevidos?
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