Con mucha precaución

  • Con mucha precaución

    El presidente de la patronal española CEOE, el catalán Juan Rosell, resulta que no es aficionado a la caza. Pero lo interesante es que incluso algunos catalanes de su equipo admiten que esta es una de las razones por las que Rosell no acaba de cuajar entre la flor y nata del Madrid político y económico. Así vamos, en pleno siglo XXI, al estilo La escopeta nacional de Luis García Berlanga: «Rosell está lo mínimo que puede en Madrid y, normalmente, a partir de los jueves allí no le encuentras. El fin de semana no va de caza». Y no gusta, claro. Y ese Madrid político es el que ahora dicen sus voceros más contemporizadores que se habría movido, con Mariano Rajoy a la cabeza, si Artur Mas hubiese sacado mayoría absoluta. En ese resultado y en esa reacción confiaba un Josep Antoni Duran i Lleida que durante la campaña electoral llegó a ir muy lejos («el Estado es una cloaca», dijo) porque confiaba en una fuerza que luego las urnas negaron a CiU. Pero ahora todo ha cambiado. La única salida plausible para los de Mas Duran era entenderse con Esquerra. Así que las negociaciones que esta semana han culminado en el acuerdo CiU-ERC para la legislatura «de la libertad» avanzaron a la fuerza (para unos y otros), con muchas precauciones. 
    Estaban condenados a entenderse. Y en este caso con el término «condena» concebido con todas sus letras entre actores implicados en uno y otro bando. Por un lado, en una Esquerra que no contaba con tener que mojarse tanto en una legislatura tan dura. Y en el otro lado de la balanza, Unió, y más concretamente Duran. Su proyecto político (y casi vital) estaba en juego. Se debía pactar pero con mucha profilaxis. 
    Después de la frustrada reunión que se celebró en Palau y de la cual algunos medios captaron la salida de Oriol Junqueras por la Casa dels Canonges «gracias a los que desde Esquerra retransmitían a algunos periodistas el minuto a minuto de la negociación», esta semana se sabía que no se podía volver a fallar. Se necesitaba discreción y también precauciones absolutas que intentaran evitar la «distorsión» de los medios de comunicación. 
    Así, antes del encuentro final en Palau al más alto nivel, el martes, en ERC se había conseguido que se dejara de filtrar un poco y se había logrado que Unió dejara de marcar otro poco a los negociadores de CDC. ¿Cómo? Gracias a los ejes básicos acordados en reuniones en Osona entre dos naturales del lugar, la republicana Marta Rovira y el convergente Quico Homs, quien dirigiendo campañas no deslumbra, pero saca lo mejor de sí trabajando contenidos, textos, acuerdos. Allí, en la Plana de Vic, lejos de micros y cámaras («ante los que toda precaución es poca»), con la niebla de aliada, la cosa avanzó y, a pesar de muchos, se cerró lo esencial. Veremos hasta cuándo.

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