Quizás que terminen todos

  • Quizás que terminen todos

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    Al final tendremos que llegar a la conclusión de que la solución para que en la casa de España hagan algo de provecho respecto de Cataluña será que terminen todos. O que los hagan terminar, para ser exactos. Pedro Sánchez y José Manuel García Margallo son paradigma de esta opción plausible que nos dibuja la política española en el horizonte. Es cierto que nunca he sido partidario de dar la razón a aquellos que, desde el cabreo más primario y ante los enrocamientos políticos, lo acabarían todo con un “¡que jodan el campo todos y que vengan otros a probarlo!”. Dicho esto, veo que un ex secretario general del PSOE reconoce Cataluña como nación una vez descabezado por los suyos, y que un ex ministro del PP que se había caracterizado por hacer el ridículo en el mundo con el proceso catalán admite que judicializar la vida política nos lleva a un choque de trenes. Ahora. Llegan a toro, pero llegan. Puede que plieguen todos, ¿verdad?

    Pero como esto no ocurrirá, porque no terminará el grueso del problema, las alternativas para ir avanzando son otras. Y concretamente una de destacada: no hacer como ellos y que los políticos soberanistas digan las cosas por su nombre. ¿Por ejemplo? Que no hay que perderse en debates estériles que por no aportar nada no lo hacen ni con una verdadera perspectiva simbólica. Esto de abrir los ayuntamientos en festivo como el 6-D o de pedir que los encargados de llevar a alguien ante el juez no sean los Mossos son, simplemente, absurdas cortinas de humo que distraen la atención de lo que realmente es sustancial. Es aquello de “quien día pasa, año empuja”, del hacer pasar con canciones y, sobre todo, del restar y no sumar.

    ¿Vamos en dirección del “referéndum o referéndum”? ¿Sí? ¿De verdad? ¿Y esto es para construir un país de desobedientes o un país homologable al resto de europeos? ¿Es lo segundo? ¿Sí? ¿Nos lo creemos? Entonces, ¿qué hacen nuestros políticos que (gestores aparte, que deberían estar para hacer posible este escenario y otros de futuros) no están tratando de convencer a la gente que tenga que votar en una consulta por la independencia a propósito de que esta es la opción que mejor hará que vivamos y progresamos? ¿Qué hacen que nos tienen perdiendo tiempo, dinero, saliva y tuits, planteando a la gente que ahora que todavía no somos independientes tenemos que cargar con todo lo materialmente castigador que tiene formar parte de España (infrafinanciación, recortes, agresiones a la lengua y la cultura …), pero que las fiestas oficiales aquí la buena gente currante no las puede hacer (tampoco los funcionarios) y debe ir en día de fiesta a hacer gestiones en el Ayuntamiento? ¿De verdad que alguien cree que esto puede atraer a nadie con dos dedos de frente, especialmente entre aquellos que todavía no se han decidido sobre si la opción de la independencia tiene sentido o no? ¿Cuántos políticos soberanistas deberán terminar para, después, una vez que no pinten nada, decir las cosas por su nombre y señalar verdaderas respuestas?

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