Del ala oeste al Far West

  • Del ala oeste al Far West

    OPINION ILUSTRACION DE LEONARD BEARD

    De Disney a una de Tarantino. Entre los asesores de guion de la mítica serie ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, estuvo alguno de los consejeros y ‘spin doctors’ de la candidata Hillary Clinton. Lo habían sido mucho antes en el equipo del presidente Bill Clinton y cuando su sustituto fue el republicano George W. Bush, de su gran ataque de nostalgia salió una serie que deslumbró a medio mundo y que, a la vez, proyectó una imagen de la presidencia de Estados Unidos magistralmente bordada por el guionista Aaron Sorkin.

    ¿Más arma política que retrato de la realidad? ¿Una foto de lo que podría haber sido y entonces no fue?¿De aquellos polvos, estos lodos? Porque, de aquella serie, en parte, luego llegó la presidencia de Barack Obama. Y del contraste entre la idílica ficción y la cruda realidad, ahora Donald Trump. De la ficticia presidencia de ensueño, a la campaña más sucia y a una presidencia que ahí se ha abierto camino con una violencia verbal que ha disparado sin piedad, precisamente, a ese Washington del poder que las series proyectan, con cariño o sin él.

    ANÁLISIS DE LA REACCIÓN DE LA AUDIENCIA

    Sorkin construyó una ficción que avanzó durante siete temporadas, de 1999 al 2006. Y en la última introdujo situaciones en los diferentes capítulos, para analizar a posteriori la reacción de la audiencia. A partir de los datos extraídos, el equipo de campaña deObama realizaba promesas electorales. Encuestas que se hacían después de los capítulos calibraban la aceptación del público a las iniciativas del ficticio presidente Josiah Bartlet y eso ayudaba a configurar los mensajes del que acabaría siendo el primer presidente negro de EEUU. Pero en la serie todo acostumbraba a acabar más o menos bien a pesar de los maquinadores políticos de Washington, mientras que Obama se topó con la cruda realidad, y en ella, por ejemplo, una Cámara de Representantes muy a la contra.

    Muchos dirán que, pese a todo, su presidencia ha dado bastante de sí, pero como en la vida el éxito o el fracaso acostumbran a calibrarse en función de las expectativas, se puede afirmar también que Obama, entre muchos, ha generado una gran frustración. Y esos no han votado Clinton. Algunos incluso se han decantado por su antagonista Trump.

    EL CASO DE ‘HOUSE OF CARDS’

    La idea parece clara: si hasta el político más inspirador da para lo que da en Washington, ¿el problema no será lo que políticamente ese lugar representa? Y de ahí que muchos hayan optado por destinar un justiciero (un ‘sheriff’ más que un político) al epicentro del poder en EEUU. Allí donde en la ficción triunfan personajes como el matrimonio de Frank y Claire Underwood, de ‘House of cards’. Kevin Spacey y Robin Wright, brillantes en sus roles, ejercen una gran atracción sobre audiencias de medio mundo, pero no dejan de retratar lo peor de la política. Gente dispuesta a hacer lo que sea para mantenerse en la pomada, y que no ha hecho otra cosa en la vida que dedicarse a ello y vivir de ello. ¿Quizá como los Clinton? Los paralelismos ahí están, y la ficción, a menudo, también construye realidad.

    (Para leer el artículo en EL PERIÓDICO, clicad aquí)