Piqué y el referéndum

  • Piqué y el referéndum

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    Esto de Gerard Piqué es exactamente una muestra más de lo de siempre. Como catalán, para una parte irreductible de España, te acompañará siempre la presunción de culpabilidad, hagas lo que hagas. Eso y una mala fe con ganas de confrontar y linchar al que sale de aquí (político o no) con una audiencia con ganas de abonarse. Ya puedes ser un jugador clave y decisivo de La Roja, que si eres catalán y rematadamente barcelonista (y ya no te cuento nada si has ido a una manifestación de El Once de Septiembre), te montarán un follón a la mínima, por ejemplo inventándose que has recortado las mangas de tu camiseta para no lucir una bandera española (que en la camiseta no estaba). Este es el tuétano del debate sobre el referéndum catalán, lleve el apellido que queramos: acordado, pactado, unilateral o x.

    Ayer el presidente Carles Puigdemont fue a Madrid a defender su opción de diálogo incondicional con el poder político español, eso sí, con la premisa evidente de defender y respetar la voluntad del pueblo de Cataluña de expresarse. Los que decían antes que no quiere dialogar para defender “referéndum o referéndum” dicen ahora que no le creen cuando habla de “pactar” una consulta, cuando en ambos momentos él está diciendo lo mismo. Y si no hubiera planteado el pacto (una vez más), lo habrían tachado de radical o de intransigente. Si pide acordar, le dirán que pide un imposible, y si dice tirar por, dirán que se mueve fuera de la ley. Es la ley del embudo hecha filosofía y forma de vida (no sólo política).

    De ahí que ciertos debates parezcan viejos, no digo pasados. No pasan porque los hay que a pesar de todo persisten, y hay que decir que lo hacen legítimamente, claro. Por ejemplo, hablar de que esto de Cataluña se soluciona “con una financiación justa” es tan reduccionista, rebasado, al tiempo que insuficiente y claramente abocado al enésimo fracaso, que bueno y están de acuerdo con la reivindicación de quienes la hacen parece ya más que naïf ponerse.

    ¿Recuerdan el Estatuto que entre el 2003 y el 2006 defendieron formaciones como CiU (entonces no independentista y que pactaba con PP y PSOE) y el PSC (con Pasqual Maragall para la fraternidad de los pueblos de España y José Montilla de enlace con el PSOE del ZP “apoyaré”)? Querían “encajar” Cataluña en España. No defendían la independencia, sino una ley orgánica del Estado español que dotara de mayor autogobierno y recursos una Cataluña dentro de España de las Autonomías. Y aquello fue recibido como el Apocalipsis. Porque salía de Cataluña. Para que esto, al igual que el debate del referéndum y cualquier otro, parte de entrada con la presunción de culpabilidad. “Queremos sentarnos en la mesa del diálogo, no en el banquillo de los acusados”, decía ayer Puigdemont. Y lo decía refiriéndose a una simple reivindicación política, que eso en España, a estas alturas, si sale de Cataluña, ya sabemos todos que puede terminar en prisión o inhabilitación. El linchamiento, como ha experimentado Piqué hace unas horas, ya va de entrada.

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