Convergència, de nuevo

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    Después de que pasen de ti en un acto de la Diada, que te indigna y que de ello se haga tema, total para no ser invitado ni así y por haberte de tragar que tu socio al gobierno se haga la foto con la CUP y Podemos. Esto después de que en Madrid te hayan dejado sin grupo parlamentario y que no te tengan por nada. Y todo ello mientras no te dejan ni rebautizarla tiene como vuelos y además a los medios todo el mundo te dice “la antigua Convergència”. Puede que con este panorama hagas el reset definitivo. Y esto a veces pasa por un retorno a los orígenes. En la esencia.

    La gente que (dentro y fuera del partido) todavía queda tras “la antigua Convergència”, y que socialmente no es poca ni despreciable, sufre hace tiempo una crisis de autoestima importante. Un acomplejamiento brutal que ha impregnado el aire que respira la formación política. Se sienten maltratados y malpagados (electoralmente hablando) y rezuman este punto de pena, de tristeza, de rebote y de melancolía que es tan poco atractivo (también electoralmente hablando). Y mientras no se sacude esto de encima, seguirán sufriendo. Que reaccionen no les asegura el éxito, pero si no lo hacen, el patio sólo hará que empeorar.

    Para que la suma ERC-Podemos-CUP puede existir y darse, en gran parte si en el próximo ciclo electoral “la antigua Convergència” se derrumba o baja aún más de lo previsto. Esto ocurrirá si no hace sus propios deberes, quiero decir. Y los tiene, y son muchos. El primero, recuperar la autoestima y recuperar el sentido de su existencia en el mapa político. Un retorno a los orígenes pero conjugados de una nueva manera y con gente nueva. Y esto puede ocurrir si se deja faenar como hay gente como Marta Pascal al partido, que como mínimo debería poder intentarlo. Y habría también hacer lo mismo, al Gobierno y al Parlamento, con Carles Puigdemont. Y implicaría, de lleno, dejar atrás complejas que lleven a esconder la esencia de lo que se es. Y esto último no pasa sólo por un nombre, pero en tiempos de sequía, toda suma es de agradecer.

    De hecho, que te tumben aquello de PDC puede ser un drama o una oportunidad, según el chip mental que tengas y la capacidad de aprovechar las pocas opciones de relanzamiento que tengas. ¿Decirte Convergència de nuevo? ¿Por qué no? Así te dice todo el mundo, ahora precediéndolo de la palabra “antigua”. Ser convergente es una manera (política) de ser y de hacer. Y esto está instalado en nuestra sociedad, como todo, para bien y para mal.

    Tratar de recuperar el rumbo a veces pasa por hacer un pequeño paso atrás para coger impulso. ¿”Nueva Convergència”? ¿”Convergència Democrática”? ¿”Convergència” con lo que suene bien delante o detrás? ¿Por qué no? Y, a partir de aquí, ¿por qué no ir dando algún síntoma de auto reencuentro? Sumaría al conjunto del mapa político soberanista, aunque éste no lo vea así, a veces empezando por la propia Convergència.

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