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- 20 abr
Yo así también consulto
Retengan estos dos nombres: Pablo Iglesias y Ada Colau. Compiten, y aquí no me voy a referir a la mal ambiente que dice la leyenda que tienen, ni a una competición de egos constante. Yo creo que juegan a disimular fuerza, a ver quién lo puede más, lo que decían que eran y que venían a instalar: la nueva política. Los fichajes de una y las prácticas internas en su partido, por parte del otro, los retratan. A ellos, pero sobre todo sus contradicciones entre hechos y palabras.
La alcaldesa de Barcelona llegó a la política con el trampolín de su lucha contra “la casta” y “la mafia”, que identificaba ella, su campaña y / o compañeros de viaje suyos con políticos de siglas como PSC o CiU . Se convirtió lideresa y ahora desde la institución ficha Pere Macias (de Convergencia de toda la vida) para liderar el proyecto de tranvía en Barcelona. Y es un gran fichaje, técnicamente porque Macias es un gran experto en el ramo de las infraestructuras, pero sobre todo porque sigue haciendo que Colau ensanche su proyecto municipal más allá de las (pequeñas) fronteras tradicionales que tenían sus compañeros de viaje de iniciativa.
Ella, ahora, cuando le conviene, tira de convergentes, aunque sea para dinamitar uno de los flancos de batalla de la oposición municipal liderada por Xavier Trias, pero hace esto al igual que tiró de Jordi Martí Grau, el anterior jefe oposición municipal (del PSC) para ficharlo como gerente municipal desde el minuto uno. Y alguien dirá: “No tiene alguien de su entorno o de Iniciativa o de Equo o de Podemos o así, para encabezar ciertas cosas de peso?”. La respuesta más sencilla podría ser que no. La más plausible es que ella ahora lo que está haciendo, desde que llegó al cargo, es de política convencional, rehuyendo la pancarta y las banderas reivindicativas de los tiempos de protesta, para tratar de proyectarse institucionalmente como una alcaldesa de todos.
Es lo más normal del mundo, aunque no estoy seguro si muchos de los que la votaron también lo ven así. A ella, en todo caso, rayo. Seguramente está sumando simpatías y desactivando anticuerpos entre muchos otros que no lo hicieron en su día, pero que en las próximas ya veremos. Y en can Madrid, desde la oposición pero ahora con la clave para hacer posible o no un nuevo gobierno, Pablo Iglesias hace cosas por el estilo, en eso de predicar una cosa cuando se es fuera de las instituciones y otra cuando se accede. Esto los partidos de toda la vida ya lo hacían y no podemos decir que el proceder nos sorprenda, pero en los abanderados de la “nueva política”, algo, de entrada, sí tenemos derecho a que nos sorprenda.
Él, por ejemplo, se ha hecho con todo el poder real en la cúpula de Podemos, y ahora que ya ha decidido claramente que no quiere pacto con los socialistas, monta un simulacro de consulta a las bases, cuando él ya se ha encargado de acondicionar las, con amenaza de retirada incluida si no salía su opción por el “no”. Y esto lo hace en la línea de los partidos que habíamos conocido hasta ahora y que, por ejemplo, cuando querían mostrarse abiertos a la voz de las bases, convocaban primarias … muy a menudo de un solo candidato. Paripé elevado al cuadrado.
Yo así una consulta también la hago. Y el vecino. Y el de más allá. Con riesgo cero, todos nos jugaríamos el rostro por lo que hiciera falta. Pero ¿verdad que no era eso, compañeros …?
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