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- 04 abr
A por la sociovergencia
Los habrá que leerán el título de este artículo (o incluso la pieza entera) y pensarán que defiendo un pacto entre Convergència y el PSC. Y se equivocarán. Yo aquí no hablaré de siglas, sino de ciudadanía. No de ideologías tanto como de actitudes.
Había un espacio político clásico, en la escena política catalana, que se describió como sociovergencia y que a nivel del gobierno de la Generalitat nunca sumó cuando podía hacerlo. Aquí se integraban unas siglas, las de la CiU y el PSC de entonces, pero sobre todo era sinónimo de un cierto carril central a nivel social, de ciudadanía. Describía también una actitud, un espectro social que puede suponer ahora el combustible que ensanche la base de eso que se ha descrito como “el proceso”, que si tiene que crecer lo hará sobre todo por aquí, no por la izquierda.
Esta es una reflexión de fondo, que trasciende de nombres y apellidos, y que tienen que hacer en Convergència de cara a impulsar un nuevo espacio que, dígase como quieran, le dé sentido de utilidad y lo diferencie de otras ofertas soberanistas. El PSC no lo hará y ERC no puede hacerlo. Y este espacio social, el de la sociovergencia, abraza, eje derecha-izquierda a un lado, superando este esquema clásico en la línea de lo que han querido defender hasta hace poco Albert Rivera o Pablo Iglesias en España, un ámbito de la población amplio y que existe y que comprende, sobre todo, una actitud, una manera de hacer más que unas políticas concretas.
Atraer este espacio se debe poder hacer con credibilidad, y reclama recuperar ciertas banderas y también levantar otras nuevas. Con un debate sobre nombres, nuevos y viejos, que es importante pero que queda colateral al lado de la necesidad de reformular proyecto y mensajes. Y aquí el área metropolitana de Barcelona es muy importante. No abdicar de esta parte del país, y más allá, la idea de trabajar por los ciudadanos de más cerca.
Tenemos ahora un presidente, Carles Puigdemont, que ha sido alcalde hasta hace poco. Él y otros alcaldes como él en el partido pueden impulsar, como pocos, alianzas estratégicas, internas y externas. Y aquí el área metropolitana de Barcelona es vital. Con actitudes como la de Puigdemont, encontrando maneras de acercar su proyecto en clave de país a lugares como L’Hospitalet, buscando sintonía con una Núria Marín que sabe que su ciudad ha experimentado un crecimiento espectacular y que ahora para dar un salto cualitativo debe trascender de este espacio concreto. Hay que saber impulsar lo del win-win. Se pueden encontrar entornos de confluencia (o de convergencia), como sinónimo de utilidad para la ciudadanía y sin renunciar políticamente a nada, en positivo. Una cuestión, sobre todo, de actitud.
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