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- 30 mar
El “gilipollas” de Rufián
Que dice en Justo Molinero que el diputado de Esquerra Gabriel Rufián es “gilipollas” por hablar de “charnegos” en el Congreso. No estoy de acuerdo, y eso que hace mucho tiempo que sigo a Justo y le admiro muchas cosas. Pero el caso es que, sin ponerme en el fondo de lo que decía el famoso comunicador sobre si Rufián se cree o no lo que dice, entiendo por qué el diputado hizo mención a este término y sobre todo para denunciar que o, sobre todo, para defender qué en nombre de ERC. Esto aparte, si Justo o cualquier otro se considera insultado cuando siente que alguien utiliza el término “charnego”, es evidente que la respuesta no pasa por otro insulto.
Es cierto lo que dice Molinero cuando cuestiona que Rufián, nacido en Cataluña hace 34 años, haya escuchado nunca que nadie le diga eso de “charnego”. Yo hace unos cuatro años más que el de Esquerra, que me muevo por estos mundos de Dios, de mis cuatro abuelos sólo uno era nacido en Cataluña, y tampoco he tenido afortunadamente nunca esta experiencia. Pero es que de hecho era eso lo que creo que Rufián quería remarcar cuando en pleno debate de investidura en Madrid dijo: “Soy lo que ustedes llaman charnego, y soy independentista”. No se definía como tal. Decía que otros así lo podrían considerar. Algunos por ejemplo del PSOE, como Jordi Sevilla, uno de los negociadores del PSOE para tratar de sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez.
Sevilla, cuando era ministro, en el año 2006 (y aquí en Rufián ya tenía sus 24 años bien buenos), fue pillado en conversación con un dirigente sindical, José María Fidalgo, todo especulando sobre si José Montilla sería presidente o no. Concretamente, el audio captó como el alto cargo socialista decía: “Se cojonudo para mil cosas, pero es muy pronto para un ‘charnego'”. Y no, Esquerra haciéndolo presidente demostró que ni “muy temprano” ni “charnego”. Que aquí se está por otras cosas y que el cálculo político pasa por los frentes típicos, elevados o prosaicos, pero alejados del origen de un candidato u otro. Yo, de hecho, cuando más he leído o escuchado el término “charnego” ha sido de la mano de los que ahora señalan el catalanismo político mayoritario como el responsable de emplear este tipo de expresiones. De hecho, en la biografía autorizada de Montilla, Radiografía de la calma (Planeta, 2006), al comienzo mismo se hace referencia, yo diría que innecesariamente por aquello de señalar, como dice Justo, lo que no es relevante en esta sociedad. Pero entonces nadie insultó Montilla o el autor de su biografía. Nadie siquiera se puso por como la cosa podía hacer tufo a electoralismo. Pero, de fondo, el problema es lo que yo creo que quería destacar Rufián hace unas semanas: que aquí hay algunos que están buscando una fractura social que no existe.
Los hay, Pedro Sánchez mismo, que dicen que aquí en Cataluña se está fracturando la convivencia, y cuando se hace esto se está atizando poco disimuladamente el fantasma de “dos Catalunyas” que, a diferencia de aquellas “dos Españas ” de las que tanto se ha hablado, si es que existen, no han sido nunca enfrentadas por un catalanismo que ha contado y que cuenta con todo el mundo, muy especialmente ahora que en su tronco político central se ha propuesto impulsar un cambio de statu quo que o se hace con una gran mayoría o no llegará. Y los hay que en Madrid lo han identificado y lo quieren combatir poniendo cizaña donde hay armonía o, como mínimo, respeto por la diversidad. No es de “gilipollas”, ver esto.