Esto de la Colau

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    Colau Sindicats MWC

    Todo el mundo lo sabe, que en Iniciativa sopoatan a Ada Colau (y también  Pablo Iglesias) por pura necesidad e instinto de supervivencia, pero que no los pueden ver. Hace ya muchos meses que gente de este partido comenzó a hacer correr que Colau básicamente aquello a lo que aspira es a ser presidenta de España. Como diciendo que eso de ser alcaldesa de Barcelona le hace una ilusión totalmente descriptible. De buen rollo. Ayer, lunes, las cúpulas de los respectivos partidos tenían las clásicas reuniones de apertura de semana y luego la tradicional rueda de prensa. En Iniciativa, preguntados en motivo de la huelga del metro en plena semana del Mobile World Congress en Barcelona, ​​básicamente consiguieron decir que Colau se ha implicado en primera persona como no hicieron otros alcaldes. Y alguien podría decir que si eso es lo mejor que tienen que decir de Colau en este asunto, es escaso.

    Si en anteriores ocasiones el alcalde de turno no se implico tanto pero no hubo huelga, lo primero que nos viene a la mente es que quizás mejor que se impliquen los respectivos equipos y los que saben. Pero este no es el fondo del asunto. Porque, ciertamente, que la alcaldesa Colau implique en primera persona en una negociación como ésta (como nos quieren vender) no dice tanto de ella como poco de sus predecesores, en caso de que no lo hicieran. ¿Me entienden, verdad? Lo normal a lo que aspiramos los ciudadanos es que ante un posible problema que nos afecte a la mayoría, el alcalde se vierta a todas. No es un plus, son unos mínimos. Pero ya si todo esto se queda en más básicamente en un gesto, sin resultados que acompañen, existe el peligro evidente que Colau encasille en una tipología de dirigente político muy aficionado a la foto opportunity.

    Ada Colau tiene en la oposición municipal a gente importante. Quim Forn, ahora liderando de facto el grupo de CiU, tiene el Ayuntamiento en la cabeza, él que el pilotaba desde un segundo plano en la etapa de Xavier Trias como alcalde. Y tiene un Jaume Collboni y un Alfred Bosch con ambición, que en breve podrían entrar en el gobierno municipal, y así disputar cuota de pantalla (y de foto, y de presupuesto, y de gestión) a la alcaldesa. Por lo tanto, Colau deberá saber encontrar su espacio, y hacer compatible su relato combativo con consecuencias prácticas (y positivas) para los ciudadanos barceloneses.

    De momento, el hecho de que ella y lo que representa social y políticamente esté al frente de un ayuntamiento como el de Barcelona, ​​gestionando realidad y problemas gruesos como el de la huelga del transporte, ya ha hecho un gran bien. La CUP ayer le reprochaba que lo que ahora defiende desde la poltrona del poder en su negociación con los sindicalistas lo habría criticado de haber hecho lo mismo un gobierno de Convergència, por ejemplo. Son banderas de demagogia y de oportunismo político y de superioridad moral que los de Barcelona en Comú ya no les quedarán. No con una mínima credibilidad, como mínimo. Y eso es bueno. Como en general, por el momento, esto de Ada Colau en el  Ayuntamiento. Ha hecho caer tópicos. Ahora, además, habrá que ver si también sabe construir en positivo.