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- 09 feb
El papelón de Democràcia i Llibertat y ERC
Hay una anécdota de las míticas de la Transición que recuerda cómoCamilo José Cela, pegando una cabezadita en las Cortes, fue interpelado por el presidente de la Cámara, advirtiéndole de que estaba dormido. Cuando el célebre escritor contestó y le dijo que no estaba dormido sino que estaba durmiendo, ante la sorpresa de su interlocutor, aclaró que no era lo mismo, al igual que no lo es estar jodido que estar jodiendo. Pasa un poco esto con el papel (difícil papelón en más de un momento) de Democràcia y Llibertat (DLl) y ERC en el Congreso. Su papel discretísimo seguramente es menos pasivo de lo que creemos.
Dicen las malas lenguas que Francesc Homs pasa olímpicamente de lo que ocurre en Madrid y que está como de vacaciones. Y dicen también que Gabriel Rufián ya ha sido completamente anulado por Joan Tardà, una vez pasada la campaña electoral oficial. Según esto, los dos cabezas de lista independentistas en las pasadas elecciones españolas estarían contribuyendo a que ninguna de las respectivas formaciones políticas esté teniendo un papel que se corresponda al peso que sus diputados pueden tener a la hora de decantar mayorías u opciones de gobierno. Un argumento demasiado forzado. Porque seguramente es cierto que la política madrileña no sea la gran pasión de Homs y seguramente también Rufián era más una cara y buena parte de un eslogan, que un hombre político hecho expresamente para el momento que le ha tocado vivir de primera fila. Pero ni lo uno ni lo otro, cierto o no, explica del todo el papelón de las respectivas fuerzas en Madrid. Y Pedro Sánchez, si se sale con la suya, les tendrá que agradecer el gesto en el futuro.
Porque, al contrario de Pablo Iglesias, que parece no temer reventar todo el proceso de negociación y la opción de gobierno alternativa al PP con sus palabras y con su gesticulación, sino todo lo contrario, que DLl y ERC no hagan exhibición de su peso estratégico resta presión al líder socialista ante sus barones y ante un PP que está esperando cualquier ocasión, por pequeña que sea o que intuya en el horizonte, para caricaturizar al candidato socialista como alguien desesperado por ser presidente y dispuesto a pactar con populistas e independentistas, gran anatema para una parte de la opinión pública y publicada de España. ¿Y tienen alguna garantía los independentistas de algún retorno positivo para ellos o su causa? Básicamente, la opción plausible de quitarse de encima al PP y Mariano Rajoy, que no sería poco, por ahora, y sobre todo si se consigue con un discreto segundo plano.
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