¿Por qué votar Convergència?

  • ¿Por qué votar Convergència?

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    Dice David Fernández que nos espera una larga decadencia si el soberanismo no gana el 27-S. No será porque muchos no lo hayamos dicho ya unas mil veces. Y no será, incluso, porque el país y unos cuantos partidos no den muestras de hace tiempo de haberse puesto preventivamente, en esto de la decadencia. Dan síntomas de ello. El país, por ejemplo, picando el anzuelo del españolismo, constantemente, y entreteniéndose absurdamente en polémicas placebo como la de la pitada al himno español el día de la final de Copa. Esto al españolismo ya le va bien, le hace el efecto de las pastillas de azúcar que engañan a más de un enfermo que cree, ingiriéndolas, que mejora. Pero, al catalanismo, ¿eso que le suma? Bucle, pérdida de tiempo, bajo vuelo, brazos caídos, decadencia. Esto, en clave de país, cuando la propuesta queda básicamente en la respuesta. Y, en clave de partidos, también los hay que se han puesto a ello, de brazos caídos, a remolque, y veremos igualmente si se salen con la suya, que pinta peludo.

    Porque estamos muy cerca de unas elecciones catalanas decisivas, y quien quiera sobrevivir a ahí deberá dar la batalla ideológica. ¿Lo quiere y lo puede hacer Convergència? Mi duda es, en general, sobre los partidos cansados, los que han protagonizado la vida de las instituciones desde la recuperación de la democracia. Pero, en Catalunya, muy especialmente va por CiU, con un PSC y un PP que se han automarginado en la banda baja de los partidos con representación en el Parlament. CiU, por el momento, aún dice que aspira a ganar, y aquí es donde nace la pregunta: ¿por qué votar a Convergència? ¿Por qué hacer posible esta victoria a la que dicen aspirar? Y sobre todo, ¿para qué?

    CiU se ha definido en el eje nacional más que nunca. Ya sabemos que Convergència es independentista y que Unió lo decidirá en unos días. Pero si quiere sobrevivir a la competencia de ERC, a la emergencia de la CUP y a lo que viene después del triunfo en Barcelona de Ada Colau (con la posible derivada nacional de la fórmula de Barcelona en Común), deberá desacomplejarse en su modelo social. Primero, tenerlo claro, no como en Can Vies. Y una vez en su lugar, defender de forma valiente, como lo hacen sus adversarios, que han crecido. A CiU le va ahí la suerte política. Y para aspirar a ella con unos mínimos, deberá dejar de proyectar la sensación de que va a remolque de otros, a pesar de encabezar las principales instituciones del país. Porque, ¿da esta sensación o es así realmente? ¿Sabe CiU qué tiene, qué conserva o qué ha sumado a su proyecto para que una mayoría la quiera votar?

    Se puede tener muy claro por qué no se votaría a la CUP y al “zapatismo urbano” que David Fernández ha dicho en más de una ocasión que defienden. Se puede tener claro por qué no votar a Esquerra o al PP o a Iniciativa. Pero, una vez llegado a una particular decisión de no-voto, entonces llega la decisión en positivo: a quién sí votar. Porque la mejor campaña de autopromoción es creer en uno mismo, y que se note. Ya lo dijo la gran Eleanor Roosevelt: “Nadie puede hacerte sentir menos sin tu consentimiento”. Vale para el país, y para más de un partido.

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