Vencer sin convencer

  • Vencer sin convencer

     

    Mal vamos cuando el diálogo es sinónimo de nada, de ninguna solución, de ninguna propuesta concreta. Este es el concepto de diálogo que impulsa el PP y el Gobierno de Mariano Rajoy. Un diálogo de cartón-piedra que consiste en escenificar encuentros como el de ayer con Artur Mas (después de 11 meses sin ponerse a ello) y que básicamente le sirven al presidente español para venir a decir que le ha verbalizado a la cara a su gran antagonista político lo que ya todos sabemos: no a nada de lo relevante o complejo. No a hacer algo para resolver lo que él mismo acabó por reconocer hace cuatro días (por fin) como un «problema de envergadura». Su propuesta más concreta es sentarse de vez en cuando y hacer como que se dialoga, y él podría estarse así de aquí a la eternidad.

    Y ni un peix al cove. Nada por aquí, nada por allá. Ninguna propuesta concreta respecto a alguno de los 23 frentes que, consulta aparte, le puso Mas sobre la mesa. Por si acaso. Que ya saben que ahora Montoro dice que el sistema de financiación no lo revisarán cuando tocaba, no sea que entre las autonomías se peleasen camino de las municipales. Y ya sabemos que cuando Duran Lleida advierte en el Congreso sobre las consecuencias que esta intransigencia en todos los frentes puede provocar, Sánchez-Camacho dice que monta un «numerito».

    Eso es la tercera vía para el PP. Y ayer lo volvieron a escenificar para deleite de su público (y para el de la inmensa mayoría del que le queda al PSOE): ante el vicio de pedir, la virtud de no dar. Porque este es el verbo para ellos: dar, conceder (graciosamente cuando consideran que se tercia). Y ante ello, ante quien ejerce y entiende el poder así, el concepto es crónicamente el de vencer, no convencer.

    (Para leer el artículo en EL PERIÓDICO, clicad aquí)