¿Estudias o trabajas?

  • ¿Estudias o trabajas?

     

    ¿Reformulamos aquella antigua pregunta de ataque a altas horas de la madrugada que dice “estudias o trabajas?”. ¿La adaptamos al momento y al debate político? Aquí una propuesta: ¿estudias una reforma de la constitución española o trabajas para hacer posible que tu país avance y pueda decidir libremente? Esta es la cuestión. O una cosa o la otra. Preguntémoslo, pues. Es una buena manera de empezar una conversación política, una buena fórmula para iniciar una relación basada en la sinceridad y en la confianza mutua. Lo contrario es engañar y crear falsas expectativas abocadas a un fracaso rápido y flagrante.

    ¿Y si reformamos la Constitución? Esta es una pregunta que últimamente se han sacado de la manga unos socialistas desorientados casi en todo menos en su firme convicción en no permitir que nada significativo no se mueva en la actual relación Catalunya-España. Y de ahí este cebo absurdo, encaminado a distraer la atención de unos, a hurgar en el inmovilismo de otros que tapa el propio y a crear falsas esperanzas a los más ingenuos. En definitiva, ganas de enredar con el comodín del público siempre a disponer.

    ¿Que el PP dice que no (como estaba cantado que harían)? Los socialistas ya pueden decir que el problema son unos y otros (partidos catalanistas y PP), que se ve que no quieren dialogar. ¿Que el PP tenía un pronto impensable y decía que sí? Ala a romper el frágil frente catalán por el derecho a decidir y a abrir un proceso interminable que acabaría más o menos como el proceso del Estatut, o peor. A eso segundo ayudaría el poder territorial de PP y PSOE, siempre presto a rebajar las demandas catalanas, sean las que sean y por el simple y fundamental hecho de proceder de Catalunya.

    Por cierto, que así como acostumbra a ser fácil calar a los fantasmas de discoteca que todavía echan de aquello tan pasado y visto y magreado y superado de “¿estudias o trabajas?”, encuentro que es bastante accesible desenmascarar a quienes ahora todavía echan de una propuesta de reforma constitucional como pura táctica persuasiva. Pregunta clave: ¿qué reforma y con qué contenido? Y si ante esto la respuesta es el silencio, el enojo (“¡la duda ofende!”) o la inconcreción y un enredarse nervioso con la lengua, ya lo saben: miren hacia otro lado. Se harán un favor a ustedes mismos y, en el fondo, también a ellos. Nadie perderá tiempo para nada.

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